El dúo Hollande-Fabius no ha digerido el haber sido marginado del proceso de toma de decisiones por John Kerry y Serguei Lavrov, que negociaron sin consultarles el delicado dossier del arsenal químico sirio.
El dúo Hollande-Fabius no ha digerido el haber sido marginado del proceso de toma de decisiones por John Kerry y Serguei Lavrov, que negociaron sin consultarles el delicado dossier del arsenal químico sirio y llegaron a un acuerdo sobre el mismo. Pese a que de boca para afuera han saludado el “carácter positivo” del acuerdo y han mostrado su apoyo a un arreglo pacífico de la crisis siria, la realidad es que ambos han tratado por todos los medios de sabotearlo y promover incluso ahora un ataque contra Siria e implicar a Francia en él, pese a que este país carece de los recursos necesarios para participar en semejante empresa.
Ellos han intentado mantener la esperanza de que Francia, la antigua potencia colonial en Siria, pueda mantener un papel central, en los hechos que se desarrollen a partir de la aplicación del plan ruso-estadounidense, en el que ellos no han tenido nada que ver.
Éste es el objetivo de la ofensiva diplomática y de las declaraciones realizadas en los últimos días por el presidente francés y su ministro de Relaciones Exteriores. Una agitación que un observador inadvertido podría interpretar como una confirmación de que París está intentando convertirse en un factor decisivo frente a las dos capitales, la estadounidense y la rusa, que han hecho del arreglo de la crisis siria su dominio reservado.
La realidad es, sin embargo, muy otra, puesto que aunque Washington ha consentido en reparar la susceptibilidad herida de París enviando a John Kerry al Palacio del Elíseo y el Quai d´Orsay, y aunque Lavrov recibió posteriormente a Fabius en Moscú, el éxito o el fracaso del plan ruso-estadounidense dependerá de lo que Rusia y EEUU hayan acordado secretamente entre ellos y no de lo que diga u opine París.
El dúo francés no se hace ilusiones sobre los resultados que obtendrá su agitación diplomática y mediática. Ella no proporcionará a Francia en ningún caso algún tipo de éxito sea cual sea el intento que ambos hagan para disipar la desconfianza y el enorme malestar que su posición belicista a ultranza ha causado en el seno de la comunidad internacional.
Puede que los dos políticos piensen que sus movimientos podrán crear en el seno de la opinión francesa la ilusión de que su país, gracias a la perseverancia y “habilidad” del dúo, volverá a entrar por la ventana en un conflicto del cual fue expulsado por la puerta.
Sin embargo, los franceses están convencidos, por otra parte muy acertadamente, que el dúo Hollande/Fabius ha colocado a Francia en una posición lamentable en el conflicto sirio, en parte debido a su inexperiencia y en parte a sus rencores personales. Ellos no fueron capaces de intuir que este tema para EEUU y para Rusia era tan crucial que los dos países optaron por buscar una solución recíprocamente satisfactoria.
El 60% de los franceses juzgan como “deplorable y humillante” la política siria llevada a cabo por Hollande y Fabius. Y el discurso pronunciado el pasado domingo por Hollande para intentar hacerles cambiar de opinión fue recibido con desdén y burlas en los medios y blogs.
La mayoría de los franceses creen, por el contrario, que la actitud de Hollande y Fabius en el tema sirio ha servido para poner de manifiesto una vez más que Francia no es más que un socio de segunda clase al que estadounidenses y rusos han puesto, una vez más, ante el hecho consumado y miran con desdén.