Desde Líbano a México, Arabia Saudí lleva a cabo una campaña para reprimir cualquier voz cristiana que manifieste su temor por la suerte de los cristianos en Siria y en Oriente Medio.
Desde Líbano a México, Arabia Saudí lleva a cabo una campaña para reprimir cualquier voz cristiana que manifieste su temor por la suerte de los cristianos en Siria y en Oriente Medio a manos de los grupos takfiris y extremistas que el régimen saudí apoya.
En el Líbano, el embajador saudí Ali Assiri desplegó todos sus esfuerzos para sabotear un encuentro de embajadores árabes organizado por el patriarca maronita Bechara el Rai el pasado 27 de agosto.
El objetivo del encuentro era el de pedir a ciertos países árabes que cesaran su apoyo a los grupos takfiris que amenazan la presencia cristiana en Siria, el Líbano y Oriente Medio en general.
Assiri boicoteó dicho encuentro y al mismo tiempo presionó a los embajadores del Consejo de Cooperación del Golfo para que no tomaran tampoco parte en él. La ausencia del embajador kuwaití, Abdel al Qanai, fue un ejemplo flagrante de esas presiones saudíes. Éste se excusó justo antes de la reunión alegando “razones de seguridad”.
El mensaje que hizo llegar Assiri a través de esta actuación se resume en que Riad se opone a toda voz cristiana que se eleve en contra de los extremistas, que han expandido su influencia por la región.
Arabia Saudí ha iniciado también una campaña en instancias internacionales contra el patriarca acusándole de apoyar al gobierno sirio y transgredir el principio de distanciamiento apoyado por el estado libanés.
Por su parte, el embajador saudí en México, Hussein Assiri, ha llevado a cabo una campaña mediática y diplomática contra el obispo de los ortodoxos en México, Antonio Shadraoui, que publicó el 9 de septiembre una carta dirigida a los cristianos del mundo en el periódico Reforma.
En esta carta, Shadraoui evocaba “un complot para eliminar la presencia cristiana en Oriente Medio bajo el pretexto de un respaldo a la Primavera Árabe”.
El embajador saudí ejerció presiones abiertas sobre Shadraoui y el periódico que publicó la carta.
Él se reunió con otros embajadores de países árabes en México para intentar que adoptaran una posición unida contra la carta del obispo y contra una cadena de televisión mexicana que le invitó a hablar.