Mientras que el régimen de Bashar al Assad ha negado toda responsabilidad en los disparos de los obuses cargados de gas sarín en el Suburbio de Guta, informaciones circulan sobre la nueva prueba de Rusia con respecto al ataque.
Mientras que el régimen de Bashar al Assad en Damasco ha negado toda responsabilidad en los disparos de los obuses cargados de gas sarín en el Suburbio de Guta el 21 de Agosto, informaciones circulan ahora en Damasco sobre la nueva prueba de Rusia con respecto al ataque. Ellas se refieren a las fechas de exportación de los obuses (de fabricación soviética) utilizados y, más importante aún, la lista de países a los que fueron vendidos.
Estos obuses fueron aparentemente fabricados en la antigua Unión Soviética en 1967 y vendidos por Moscú a tres países árabes: Yemen, Egipto y la Libia del coronel Muammar Gadafi. Estas informaciones no pueden todavía ser verificadas por documentos y Vladimir Putin no ha revelado las razones por las cuales él dijo a Barack Obama que sabía que el Ejército sirio no había lanzado los cohetes con gas sarín. Sin embargo, si la información es exacta “y se cree que ella viene directamente de Moscú”, Rusia no habría vendido jamás este lote particular de municiones químicas a Siria.
Tras la caída de Gadafi en 2011, grandes cantidades de armas de fabricación soviética abandonadas cayeron en las manos de grupos rebeldes e insurgentes afiliados a Al Qaida. Muchas de estas armas fueron halladas en Mali, algunas en Argelia y una gran cantidad en el Sinaí. Los sirios han afirmado desde hace tiempo que una cantidad importante de armas de fabricación soviética habían sido enviadas desde Libia a los rebeldes de la guerra civil siria con ayuda de Qatar, que apoyó a los rebeldes libios contra Gadafi y que financia hoy en día la entrega de armas a los insurgentes sirios.
No hay duda de que Siria dispone de un arsenal de armas químicas considerable ni de que los stocks sirios contienen grandes cantidades de gas sarín. Sin embargo, si los rusos han identificado en efecto los tipos de obuses precisos que fueron empleados a partir de los fragmentos encontrados en Guta, y si ellos pertenecen a municiones que no fueron nunca exportadas a Siria, el régimen de Assad va a poder afirmar que su inocencia ha sido probada.
En un país -o de hecho en un mundo- donde la propaganda es más influyente que la verdad, el descubrir el origen de los productos químicos es poco menos que una investigación periodística peligrosa.
Cabe decir que existen serias dudas por parte de las organizaciones internacionales, responsables de la ONU y otros en Damasco de que los obuses de gas sarín fueran lanzados por el Ejército de Assad. Aunque estos responsables internacionales no pueden dar el nombre, algunos de ellos estaban en Damasco el 21 de Agosto y han planteado una serie de preguntas a las cuales no se ha dado una respuesta satisfactoria. Así por ejemplo, ¿por qué iba a esperar Siria a que los inspectores de la ONU estuvieran confortablemente instalados en Damasco desde el 18 de Agosto para utilizar gas sarín tres días más tarde y sólo a 7 kilómetros de donde los inspectores estaban. El régimen de Assad sabía con certeza que un ataque militar sería organizado por las naciones occidentales en tal caso.
Los rusos han dado a conocer desmentidos similares sobre la responsabilidad de Assad por los ataques anteriores con gas sarín. Cuando al menos 26 sirios murieron por un gas nervioso en Jan al Assal, el 19 de Marzo, -una de las razones por las que los inspectores de la ONU fueron enviados a Siria el mes pasado- Moscú acusó igualmente a los rebeldes de este hecho. Los rusos entregaron a la ONU un informe de 100 páginas que contenía sus pruebas. Sin embargo, al igual que sucedió con el testimonio de Putin sobre los ataques del 21 de agosto, ellas no se han hecho públicas.
Un testigo que se encontraba con las tropas de la 4 división del Ejército sirio el pasado 21 de agosto -un antiguo oficial de las fuerzas especiales considerado como una fuente fiable- declaró no haber visto ningún rastro de misiles que llevaran gas sarín, mientras que se hallaba en uno de estos suburbios, Moadamiya, que fue uno de los objetivos del gas. Él recordó que los soldados expresaron su inquietud cuando vieron las primeras imágenes en YouTube de civiles en estado de sofocación – no por simpatía, sino por temor a tener que luchar en medio de nubes tóxicas.
Un periodista sirio señaló que hace falta ir más allá de decir que el gobierno no estuvo implicado. “Estamos seguros que los rebeldes han obtenido gas sarín. Ellos habrían necesitado, sin embargo, la ayuda de extranjeros para aprender a lanzarlos. ¿Hubo, pues, una tercera fuerza que no conocemos? Si Occidente tenía necesidad de un pretexto para atacar Siria, ellos han encontrado un buen momento y un buen lugar ante los inspectores de las Naciones Unidas”.
Robert Fisk