28-11-2024 04:53 AM Tiempo de Jerusalén

Las consecuencias de la resolución 2118

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La resolución 2118 de la ONU ha supuesto una victoria diplomática y política para el gobierno sirio.

Ya pasado el asombro ante el giro de 180 grados de Estados Unidos en Siria, aparece ahora una nueva situación política que corresponde punto por punto a los planes que Rusia y Siria habían elaborado conjuntamente en junio de 2012, o sea antes de la conferencia Ginebra 1.

En aquel momento, el Kremlin planeaba negociar con Washington un acuerdo que solucionara la crisis siria y que permitiera al mismo tiempo al presidente Obama salir de su asfixiante relación con Israel. Pero aquel plan, llamado a convertirse en un proyecto de redistribución de zonas de influencia en el Medio Oriente, suponía la presencia de tropas rusas en Siria. El general sirio Hassan Turkmani propuso en aquel entonces el despliegue de una fuerza de interposición –con su correspondiente mandato de la ONU– y las tropas debía proporcionarlas la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC, a veces llamada «la OTAN rusa»), conforme al ya conocido esquema de la fuerza de la ONU encargada de garantizar la separación entre las fuerzas israelíes y sirias en el Golán.

La idea de ese despliegue ha ido imponiéndose. En septiembre de 2012, la OTSC firmó con el Departamento de Operaciones de Paz de la ONU un protocolo que le permite –al igual que a la OTAN– concretar, a nombre de las Naciones Unidas, las acciones que se emprenden bajo el mandato del Consejo de Seguridad. Y desde hace un año la OTSC ha venido preparando una fuerza colectiva de 50 000 hombres capaz de proyectarse en sólo 2 semanas. Pero Moscú temía caer en una trampa ya que –en 1979– fue para debilitar al Ejército Rojo que la CIA, precisamente con la colaboración de Arabia Saudita, creó el movimiento yihadista internacional que hoy conocemos como al-Qaeda. ¿Sería Siria el nuevo Afganistán del ejército ruso?

Sin embargo, fueron las vacilaciones de Estados Unidos lo que interrumpió aquel proyecto, que no por ello fue abandonado. Y hoy es la solución de la crisis de las armas químicas lo que abre nuevas posibilidades.

En primer lugar, la resolución 2118 no se limita a respaldar el plan ruso de destrucción de los restos del programa químico sirio de los años 1980. También implica de forma implícita que Bachar al-Assad se mantenga en el poder durante al menos un año más para que sea él quien garantice el anunciado proceso de destrucción de las armas químicas. Lo que a su vez significa que las grandes potencias occidentales dejan ahora de exigir que Assad abandone el poder y que incluso favorecen un alargamiento de su mandato y hasta una posposición de la próxima elección presidencial.

En segundo lugar, el hecho mismo que Siria haya entregado a la Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) la lista de sus depósitos hace que estos se hayan vuelto vulnerables ya que esa lista llegará seguramente a manos de la «oposición armada». A pesar de todos sus esfuerzos en ese sentido, el Ejército Árabe Sirio no podrá combatir contra los yihadistas internacionales en todo el territorio nacional y garantizar al mismo tiempo la defensa de esos arsenales. Previendo esa situación, los jefes de Estado de la OTSC –reunidos en Sochi alrededor de Vladimir Putin el 23 de septiembre de 2013, o sea sólo 4 días antes del voto de la resolución 2118 en el Consejo de Seguridad de la ONU– ordenaron a su fuerza conjunta que esté lista para asumir la misión de garantizar la seguridad del proceso de destrucción de las armas químicas, si el Consejo de Seguridad finalmente emite un pedido en ese sentido. O sea, la misión de los soldados armenios, bielorrusos, kazajos, kirguizios, rusos y tayikos ya no consistiría en interponerse entre los dos bandos –como se había previsto hace año y medio– sino en garantizar la defensa de los arsenales del Estado, misión mucho más simple y eficaz.

Los 2.500 efectivos de la OTSC que participarán en una maniobra en Kazajstán, del 7 al 11 de octubre, realizarán un simulacro basado en ese escenario.

Thierry Meyssan – Red Voltaire