En las regiones que ocupan, las milicias salafistas takfiris han impuesto un régimen de terror.
En las regiones que ocupan, las milicias salafistas takfiris han impuesto un régimen de terror.
En dichos lugares, se prohíbe, entre otras cosas, que las mujeres lleven pantalones jeans y maquillaje, y ellas deben llevar el rostro cubierto y una túnica (abaya).
Una nueva lista de prohibiciones ha sido publicada en un comunicado de la milicia del así llamado Estado Islámico en Iraq y Siria (EIIS), vinculado a Al Qaida, en la provincia de Raqqa, al noreste de Siria, cerca de la frontera con Turquía.
Además, se prohíbe exponer en los escaparates de las tiendas vestidos de mujer, los cuales deben ser además vendidos exclusivamente por vendedoras.
Las restricciones afectan también a los hombres, que no pueden llevar pantalones cortos o peinarse o cortarse el pelo de cierta forma. El fumar también ha sido prohibido.
Por otro lado, en las zonas de Alepo controladas por las milicias takfiris, las restricciones son tales que la población es objeto sin cesar de registros, a menudo corporales, para confiscarles las mercancías prohibidas, especialmente los cigarrillos.
Esto ha llegado a un punto en el que los residentes ya no ocultan su indignación. “Podéis quemar mi paquete, pero compraré otro en las regiones que el gobierno ha liberado de vuestra presencia”, dijo uno de ellos, Abu Mahmud, según señala el periódico Al Akhbar.
“Yo he siempre apreciado a Bashar al Assad, pero ahora lo amo más”, dijo Mohammed Hamami, de 60 años, ante una multitud tras pasar delante de unos militantes.
Peor aún, los registros buscan comprobar las tarjetas de identidad de los transeúntes para saber si ellos son funcionarios del Estado con el fin de obligarles a abandonar su empleo o quitarles el dinero que tengan para “financiar la revolución”.
Además los militantes prohíben el paso de mercancías entre los sectores que dominan y los que están en poder del gobierno.
El miércoles un vídeo colocado en YouTube mostró a milicianos del Frente al Nusra y de Ahrar esh Sahm en el barrio de Bustan al Kaser humillando a un joven el que encontraron, durante un registro, varios trozos de pollo en sus bolsillos y al que acusaron de ser un “traficante del régimen”. Él respondió: “Tenemos necesidad de comer. Por Dios, queremos comer. ¿Cómo queréis que continuemos viviendo?”.