Las perturbaciones aparecidas tras la aparición de la Primavera Árabe no cesan en el Oriente Medio, señaló el viernes el periódico ruso Nezavissimaïa Gazeta.
Las perturbaciones aparecidas tras la aparición de la Primavera Árabe no cesan en el Oriente Medio, señaló el viernes el periódico ruso Nezavissimaïa Gazeta.
Las tensiones no cesan de aumentar y esto llevará a un deterioro de la situación en Oriente Medio, que afectará en particular a ciertos países. Hace falta igualmente esperar una fragmentación más importante de la región así como una nueva configuración de las alianzas entre los países árabes.
La situación en Siria continúa estando en el centro de atención. Desde hace poco se percibe una luz al final del túnel con una eventual conferencia de paz en Ginebra, que iniciaría un arreglo político de la cuestión siria.
Pero éste no es el caso en la mayor parte de los estados árabes, donde existe una confrontación política que opone a los partidarios de un desarrollo laico y a los que apoyan un estado islámico.
La preparación de esta conferencia suscita fuertes controversias. A primera vista, el conjunto del mundo árabe debería apoyar esta solución, que es la más realista para salir del impasse en Siria
En la región, un cambio del equilibrio entre sunníes y shiíes se ha producido tras la llegada del poder en Iraq de los shiíes -que representan a más de dos tercios de la población- tras la invasión estadounidense. Esto ha llevado a un reforzamiento significativo de la influencia del Irán shií, competidor histórico e ideológico de Arabia Saudí.
Este cambio ha relanzado también la actividad de las comunidades shiíes en los países vecinos del reino. En Yemen, los zaidíes (shiíes) constituyen más del 40% de la población. En Bahrein, dirigido por una monarquía sunní, los shiíes representan una mayoría aplastante.
Casi un tercio de la población de Kuwait es igualmente shií. Las palancas del poder en Siria se hallan asimismo en manos de los alauíes, próximos a los shiíes. Riad percibe esta evolución como la formación de un tipo de “cinturón shií” alrededor del reino.
La situación en Oriente Medio continúa siendo extremadamente variable e imprevisible. Nuevos componentes entran constantemente en acción y modifican las relaciones de fuerza. Así por ejemplo, Qatar, que apoyaba activamente a los rebeldes sirios, tiene la intención de cambiar su enfoque en la crisis siria.
Egipto ha cambiado igualmente su postura hacia el conflicto sirio poniendo el acento sobre la necesidad de un arreglo político. En su conjunto, la mayor parte de los países árabes apoyan la Conferencia de Ginebra y una solución política a la crisis. En la región, sólo Turquía y Arabia Saudí continúan respaldando activamente a la oposición siria, aunque existen tensiones crecientes entre ambos países.
La dificultad del arreglo de la cuestión siria y de otros conflictos en la región se agrava por el hecho de que los problemas de unos países árabes están ligados a los de otros. Iraq, Egipto, Libia, Túnez, Yemen, Sudán, Marruecos y Bahrein sufren todos ellos sus propias perturbaciones internas como resultado de la así llamada Primavera Árabe.
Las dificultades de la crisis mundial, la reconfiguración del espacio político en curso y la formación de un nuevo sistema internacional correspondiente a las realidades y necesidades del s. XXI continúan, pues, teniendo un impacto directo en la situación de la región.