Algunos analistas y observadores, quizás movidos por buenas intenciones, caen en las trampas de las mentiras semánticas sobre Siria.
Algunos analistas y observadores, quizás movidos por buenas intenciones, caen en las trampas de las mentiras semánticas sobre Siria. Entre las más peligrosos de esas mentiras, que también pudiéramos llamar semánticas o semióticas, están la de la «oposición armada» y la de la «imposibilidad de la solución militar». Hay quienes utilizan esos dos postulados falsos como pretexto para llamar al diálogo, calificándolo de único camino para lograr un acuerdo político.
Sin embargo, desde el principio mismo de la crisis, el poder sirio se pronunció por el diálogo y el propio presidente Bashar al Assad explicó su visión de ese diálogo nacional, que él ve como una vía para ampliar la base de la unión entre las fuerzas presentes en el país que aspiran a reconstruir las instituciones del Estado sirio, preservando siempre e incluso consolidando la independencia nacional.
En aras de estimular ese diálogo, las autoridades sirias han concedido numerosas amnistías a las personas implicadas en la insurrección armada. Más reciente, el Estado sirio dio un paso importantísimo hacia la solución del problema de los desertores provenientes de las filas de las fuerzas armadas, muchos de los cuales cayeron en el campo de batalla o son aún miembros del Ejército Sirio Libre.
El término «oposición armada» en realidad esconde la verdadera composición de los grupos que hoy luchan contra el Ejército Árabe Sirio y que constituyen el núcleo de la agresión colonial desatada contra Siria, contra su pueblo y sus instituciones. Es una especie de velo que cubre horribles verdades, de las que ahora veremos las más importantes:
Esos grupos armados se componen de decenas de miles de combatientes provenientes de 80 países de los 5 continentes. Es una mezcla de mercenarios internacionales y de individuos reclutados entre los miembros de las redes takfiris. Muchos de ellos han sido reclutados por compañías internacionales, como Blackwater, que ha enviado miles de mercenarios a luchar en Siria.
Los informes publicados por la prensa y los centros de investigaciones también indican que cerca de la mitad de los efectivos de los grupos armados son mercenarios y terroristas extranjeros, fundamentalmente saudíes, chechenos, afganos, turcos, indonesios, somalíes, libios y tunecinos. Hay también muchos europeos, australianos y estadounidenses. Nada demuestra científicamente que todos esos combatientes sean opositores sirios. Son mercenarios, comprados con el dinero de los Estados que están financiando la guerra contra Siria, o terroristas takfiris que participan en el intento de destruir el Estado sirio.
Fuera de Al Qaida, hay un millar de grupos armados, según los estudios de los centros de investigaciones e incluso según el Pentágono. Los corresponsales de la prensa extranjera que han investigado en el terreno señalan que la mayoría de esos grupos cuentan con financiamiento de Qatar y de Arabia Saudita, financiamiento que reciben directamente o a través de la Coalición de Doha [La coalición de la oposición externa. NdT.] y del Consejo de Estambul [El llamado Consejo Nacional Sirio. NdT.] o incluso mediante el consejo militar del llamado Ejército Sirio Libre.
Esos grupos también se financian con el saqueo de bienes públicos y privados, la extorsión y otros tipos de actos delictivos.
Quienes promueven la idea de la imposibilidad de la opción militar tratan, por su parte, de socavar la moral del pueblo sirio y del Ejército Árabe Sirio y de evadir la obligación de cerrar las fuentes de financiamiento del terrorismo, a pesar de que esto último constituye una condición indispensable para el cese de la violencia, estimulada por los Estados que respaldan a los mercenarios y a los terroristas.
Estados Unidos, las monarquías del Golfo, Turquía, Israel y Francia están decididos a mantener la guerra de desgaste. La interrogante que se plantea es la siguiente: ¿Cuáles son las opciones de un Estado «normal» que se ve obligado a enfrentar una agresión de grupos terroristas que viven de la anarquía? ¿No es la solución militar? ¿Se puede invitar al diálogo al Frente al Nusra, al Emirato Islámico en Iraq y el Siria [EIIS] y a los cientos de grupos extremistas, dado que las vitrinas políticas de los agentes del extranjero carecen de toda influencia sobre esos grupos para llevarlos a deponer las armas o a respetar un cese del fuego?
La opción militar podría llevar tiempo y exigir recursos, pero puede ser la única manera de garantizar que el Estado sirio vuelva a levantarse. Es una vía que exige unidad entre el pueblo, el ejército y sus dirigentes, única base sólida para defender la soberanía y la independencia nacionales. Y si realmente existe una oposición patriótica, está invitada a unirse al Estado en su lucha por la defensa de Siria y de su Estado.
Ghaleb Kandil – Tendances d´Orient y Red Voltaire