Los ministros del Interior de Francia y Bélgica tocaron la señal de alarma, el viernes 6 de diciembre de 2013, sobre el número cada vez más elevado de europeos que viajan a Siria para luchar.
Los ministros del Interior de Francia y Bélgica, Manuel Valls y la señora Joelle Milquet, tocaron la señal de alarma, el viernes 6 de diciembre de 2013, sobre el número cada vez más elevado de europeos que viajan a Siria para luchar en las filas de diferentes grupos afiliados a al-Qaeda. Ambos ministros estimaron que esos elementos representan una amenaza para los países de la Unión Europea y sus aliados estadounidenses, canadienses y australianos.
Según las cifras que presentaron ambos ministros, entre 1 500 y 2 000 europeos han viajado a Siria. En junio eran sólo 600. La señora Milquet indicó que hay entre 100 y 150 belgas en las filas de los extremistas. Manuel Valls habló, por su parte, de 400 franceses que han pasado por Siria, donde luchan actualmente 184 de sus conciudadanos. Los demás han vuelto a Francia, donde los servicios de seguridad están buscándolos. El ministro precisó que 14 franceses han muerto en Siria y que un centenar están tratando actualmente de entrar en ese país.
Al comentar las facilidades que los gobiernos de la Unión Europea concedieron a los terroristas europeos que viajaban a Siria, Manuel Valls declaró:
«Cuando estalló el conflicto en Siria no era fácil actuar porque se trataba de luchar contra un régimen al que todos condenaban [En realidad se trataba de un régimen que estaba en la mirilla de todos los miembros de la OTAN, de Israel, de los países del Golfo y de Turquía, y de los agentes de Occidente. NdlR.], lo cual hacía las críticas muy difíciles. Las prerrogativas del ministro del Interior se limitaban a criticar las facilidades concedidas a los combatientes enviados a Siria y no a tomar medidas en contra de ellos. Hoy la situación ha cambiado y la mayoría de esos combatientes han expresado la intención de unirse a las organizaciones vinculadas a al-Qaeda.»
Es evidente que la situación ha cambiado en Siria y lo que no dijo el ministro es que la agresión contra Siria ha fracasado. Tampoco dijo que los terroristas que Occidente movilizó para destruir el Estado sirio no lograron vencer al ejército y el Estado sirios. Hoy en día el gran peligro es que esos terroristas regresen a Europa para crear allí redes de al-Qaeda, después de haber adquirido la experiencia necesaria en el campo de batalla sirio. Esos terroristas cuentan con el respaldo de Arabia Saudita –aliada de Francia y cliente de su presidente, con quien los sauditas han acordado jugosos contratos. [El presidente francés] Francois Hollande y sus ministros serán por lo tanto responsables por cada gota de sangre francesa que derramen esos terroristas a su regreso a Francia después de su derrota en Siria.
[El ministro francés del Interior] Manuel Valls trató de restar importancia al peligro que representa ese nuevo terrorismo, respaldado, armado y políticamente cubierto por la OTAN. Así que declaró:
«No percibimos actualmente un peligro directo o inminente para nuestros dos países y para sus intereses. Pero no debemos tomar este asunto a la ligera ya que los grupos islamistas combatientes se han fortalecido y se han hecho peligrosos.»
Lo más importante de todo esto es que Francia y Bélgica se esfuerzan por coordinar las operaciones en el seno de la Unión Europea con vista a la creación de una estructura común que se dedicaría a vigilar y perseguir a los terroristas que regresen de Siria. Los ministros del Interior de ambos países ya han realizado 3 reuniones sobre ese tema con sus homólogos de Gran Bretaña, Alemania, Holanda, España, Italia, Suecia y Dinamarca.
¿Por qué es Francia la que se encarga de esa coordinación? Es muy natural plantearse esa pregunta. La respuesta es que el peligro que representan los terroristas que vuelven de Siria exige una estrecha coordinación con las autoridades sirias en materia de intercambio de datos y de información de inteligencia. Los voluntarios occidentales [enviados] para reforzar a los «revolucionarios de la OTAN» se mueven en estructuras nuevas y organizadas, que sólo el Estado sirio conoce por haber tenido que luchar contra ellas durante los 3 últimos años. Y al ser Francia el país más hostil y extremista de la alianza antisiria se hace necesario ayudarla a reanudar el contacto con el Estado sirio, con el pretexto de coordinar la lucha contra el terrorismo. Ese proceso se desarrolla con la bendición de Estados Unidos, cuyo ministro del Interior [Secretario del Homeland Security. NdlR.] asistió a la reunión ampliada de Bruselas, [realizada] en presencia de Canadá y Australia, antes del encuentro de ministros europeos del Interior. Lo cual hace pensar que la amenaza del terrorismo afecta a todos los países que participaron en la agresión contra Siria.
Ya no es un secreto que numerosos responsables europeos de la lucha antiterrorista, principalmente los alemanes, han viajado a Damasco para analizar cómo coordinar la acción contra los terroristas con las autoridades sirias. El Estado sirio ha establecido un marco político bien definido para estudiar los pedidos occidentales. Y ese marco incluye el desmantelamiento de la alianza hostil a Siria y la adopción de posiciones claras.
Es ese el obstáculo que Francois Hollande está enfrentando, después de haber convertido el gobierno francés en un mercenario a sueldo de Bandar Ben Sultán [el jefe de los servicios de inteligencia de Arabia Saudita. NdlR.]. Por eso es que Estados Unidos trata de cubrir el viraje de Francia poniendo en sus manos un mandato atlantista para que coordine los esfuerzos occidentales de lucha contra el terrorismo.
Francia encabezó la campaña de mentiras sobre la presencia de elementos moderados entre los terroristas que operaban en Siria, gastó el dinero de los sauditas y organizó entregas de armas financiadas por Arabia Saudita y Qatar. Esas armas están hoy en manos de diferentes ramas de al-Qaeda, cuyas fechorías no han de limitarse únicamente al territorio sirio.
Todo Occidente se encuentra ante el inicio de una nueva era, en la que tendrá que mendigar los favores del resistente presidente Bachar al-Assad, el único que podrá proporcionarle tesoros en materia de datos de inteligencia para la lucha contra el terrorismo. Pero eso tendrá un precio político: el fin del respaldo a la agresión contra Siria.
Quien sirvió el veneno tendrá que tomárselo… esa es la maldición siria.
Ghaleb Kandil – Tendances d´Orient y Red Voltaire