Al alba del pasado miércoles, la ciudad obrera de Adra, situada a 40 kms al noreste de la capital siria, fue víctima de una masacre de tipo sectario.
Al alba del pasado miércoles, la ciudad obrera de Adra, situada a 40 kms al noreste de la capital siria, fue víctima de una masacre de tipo sectario.
Según el periódico libanés Al Akbhar, que cita una fuente oficial, “un gran número de elementos venidos de Al Dhamir llegaron a Adra hacia las cuatro de la mañana. Ellos pidieron a los habitantes que bajaran a la calle y detuvieron a 200 de ellos, que fueron escogidos en base a su pertenencia confesional y comunitaria, y ejecutaron a un cierto número”.
Los sitios pro-gubernamentales revelaron a Al Akhbar que el número de asesinados llegó a 50, en su mayoría civiles. Los militantes atacaron también la comisaría de policía y una panadería en la que robaron toneladas de harina.
Según el sitio Syria Truth, el número de asesinados podría llegar a 100. Algunas de las víctimas fueron decapitadas y sus cabezas fueron colgadas de las vallas publicitarias del supermercado de la ciudad.
Fuentes citadas por Al Akhbar señalan que los milicianos incendiaron las viviendas de los funcionarios del sector público. Varios testigos dijeron a Syria Truth que “se habían despertado por los gritos y disparos. Algunos de los terroristas decían: “Venimos a degollaros, alauíes”, comunidad a la que pertenece el 10% de la población siria.
“Ellos mataron a un empleado de guardia en el dispensario de la localidad y se llevaron a decenas de hombres y luego los mataron abriendo fuego con las ametralladoras y arrojando bombas”. Otro testigo señala que en la panadería los grupos extremistas mataron a 11 personas, incluyendo mujeres. Siete de estas personas fueron ejecutadas y posteriormente decapitadas”.
En la comisaría, todos los policías y trabajadores, que llegaban a una veintena, fueron ejecutados y luego sus cadáveres fueron mutilados y quemados por la simple razón de ser funcionarios del sector público y “shabbihas”, término usado por los rebeldes sirios para designar a los partidarios del gobierno.
La masacre continuó durante toda la jornada, según Syria Truth, que añade que 47 civiles fueron muertos por la única razón de su pertenencia confesional o porque trabajaban para el Estado. De hecho, los alauíes, los cristianos y los miembros de otras minorías fueron los blancos preferentes de los terroristas. La suerte de 200 habitantes de la ciudad, secuestrados por los militantes, es desconocida.
Syria Truth señala que fueron ciertos refugiados llegados de Duna y Harasta e instalados en Adra los que sirvieron de guía a los extremistas. Casi 100.000 sirios procedentes de esas dos localidades se han refugiado en la ciudad.
En Adra residen trabajadores y empleados que trabajan en 600 empresas industriales y depósitos de cereales. La ciudad nunca había sido escenario de combates. Los militares que hay en ella no pasan del centenar.
En cuanto a los autores de la masacre, se trataría de milicianos wahabíes del Frente Islámico, apoyados por Arabia Saudí, y otros del Frente al Nusra. Sus sitios aseguran que se apoderaron de la comisaría de la ciudad y mataron allí a varios policías.