A principios de octubre, la CIA admitió que la política estadounidense en Siria era la de mantener activa la guerra civil a toda costa y que toda la ayuda a los rebeldes estaba diseñada para mantener su capacidad de lucha.
A principios de octubre, la CIA admitió que la política estadounidense en Siria era la de mantener activa la guerra civil a toda costa y que toda la ayuda a los rebeldes estaba diseñada para mantener su capacidad de lucha, aunque no para otorgarles la victoria.
Sin embargo, EEUU sobrestimó la capacidad de los rebeldes del Ejército Sirio Libre, que se ha convertido en un actor irrelevante en el campo de la rebelión armada, que está dominado en la actualidad por facciones extremistas, vinculadas a Al Qaida o no.
La novedad ahora es que Washington parece dispuesto a mostrar su apoyo al así llamado Frente Islámico, un grupo terrorista wahabí fundado con apoyo saudí, que está implicado en ejecuciones y secuestros masivos, incluyendo varios llevados a principios de esta semana en la localidad de Adra, en Damasco.
Todo lo que EEUU pide a este grupo es que se aleje de Al Qaida, aunque la ideología extremista de ambos es similar. EEUU también pide al grupo que apoye las conversaciones de paz de Ginebra y a la Coalición Nacional Siria, algo que aquel hasta ahora no ha querido hacer.
Además EEUU ha pedido al Frente Islámico que devuelva los vehículos y los equipos de comunicaciones y de otro tipo robados al ESL en la frontera con Turquía.
Las conversaciones recientes con el Frente celebradas en Turquía por Robert Ford, embajador de EEUU en Siria, no fueron concluyentes, señaló una fuente estadounidense anónima al Washington Post.
Gran Bretaña parece seguir un rumbo similar y ha mantenido encuentros con líderes del grupo para sondear la posibilidad de que puedan recibir apoyo británico.
El Frente Islámico persigue la implantación de un estado de estilo talibán en Siria, un programa rechazado no sólo por las minorías, sino por la gran mayoría del pueblo sirio.