Durante estos tres años de crisis y guerra en Siria, una de las grandes sorpresas ha sido, sin ninguna duda, la tenacidad del presidente sirio, Bashar al Assad.
Durante estos tres años de crisis y guerra en Siria, una de las grandes sorpresas ha sido, sin ninguna duda, la tenacidad del presidente sirio, Bashar al Assad.
Dada su sencillez, su juventud y su experiencia limitada, muchos no esperaban que él pudiera resistir la acometida bélica contra su país.
Sin embargo, en ningún momento, desde Marzo de 2011, él ha dado muestras de flaqueza ni de nerviosismo, pese a ser consciente de que su cabeza era el objetivo codiciado. Durante mucho tiempo, su partida no sólo ha sido una exigencia inamovible, sino también una previsión continua de los medios occidentales, árabes y turcos, que han mostrado su apoyo a los grupos militantes en Siria. Unos 15.000 millones de dolares fueron gastados para lograr su derrocamiento.
Durante los dos primeros años de la crisis siria, las declaraciones de políticos implicados en la campaña antisiria, de analistas y de expertos preveían la caída inminente en los dos meses siguientes del presidente sirio, y ellos renovaban sin cesar este mismo plazo, retrasándolo. El presidente era presentado por esos medios y centros de investigación como “impopular”, “encerrado en su burbuja” o con el sentido de la realidad “perdido”.
Varios escenarios fueron manejados: el de su huida de Damasco para dirigirse hacia las regiones alauíes o hacia el extranjero, con afirmaciones incluso de que él había pedido asilo en Rusia u otros países. Assad respondió personalmente a estas alegaciones afirmando que no era uno de “esos capitanes que abandonan el barco en medio de la tempestad”.
La eventualidad de su asesinato fue manejada y un estado del Golfo llegó a poner precio a su cabeza: un millón de dólares. Consciente de esta opción, él aconsejó a sus partidarios que atacaran “los intereses de EEUU y de Israel en la región, en el Mar Rojo y el Mediterráneo” si a él le ocurría algo. En marzo de 2012, parece que un intento de asesinarle fue realizado por los servicios de inteligencia franceses y turcos a través de agentes kurdos, que intentaron enrolarse como trabajadores de una empresa sanitaria encargada de atender las necesidades del Palacio presidencial. Sin embargo, este intento fue abortado antes de que nada pasara.
Como ninguno de estos escenarios se cumplió, a finales de 2012, las dudas sobre su derrocamiento comenzaron a surgir entre los norteamericanos e israelíes.
En enero de 2013, el antiguo embajador de EEUU en Damasco, Robert Ford, declaró: “No se como Assad va a partir. Puede que no parta nunca si no quiere irse”.
Encargado del tema sirio, Ford se ha dedicado en cuerpo y alma a lograr el triunfo de los grupos armados sirios. Él buscó incluso convencer a los oficiales del Ejército y diplomáticos sirios de que desertaran mediante ofrecimientos de dinero.
El pesimismo de Ford se incrementó tras la intervención de Hezbolá en el conflicto.
Del lado israelí, ciertos estudios y declaraciones de políticos y responsables militares israelíes llegaron a la misma conclusión y pasaron a afirmar que el derrocamiento de Assad no sería fácil. La situación estratégica de Siria, la unidad del Ejército y la popularidad del presidente sirio fueron factores que se utilizaron para explicar su permanencia.
“El presidente Assad ha contradicho todos los pronósticos. Ha resistido y no ha huido. Él tiene verdaderamente los genes de su padre (Hafez el Assad),” dijo el jefe del Mando Norte del Ejército israelí, coronel Yair Golan, al periódico Yediot Aharonot.
Sin embargo, algunos responsables israelíes, como el embajador de la entidad sionista en Washington, Michael Oren, han manifestado que Israel prefiere una Siria dirigida por Al Qaida que por Assad.
Assad, el popular
Al mismo tiempo, ciertos medios occidentales están reconociendo ya una realidad que habían ocultado o a la que no habían prestado atención durante largo tiempo: la popularidad de Assad.
Reuters ha evocado tímidamente que el 70% de los habitantes de Alepo apoyan al presidente. La CIA aseguró a partir de mayo de 2013 que Assad ganaría el 75% de los votos de los sirios si se presenta a las elecciones presidenciales de 2014. La OTAN reconoció lo mismo al mes siguiente.
Además del apoyo de su pueblo, el presidente sirio dispone de un importante activo: el respaldo infatigable de Irán y Rusia. Esta última ha resistido todo tipo de presiones y ofertas tentadoras para que retire su apoyo a Siria.
Ofertas árabes y estadounidenses
Las dos principales ofertas a Rusia fueron formuladas primero por Qatar y luego por Arabia Saudí. Doha propuso, entre otras cosas, a los rusos que su base naval en Tartús fuera protegida por el Ejército Sirio Libre, si ellos renunciaban a apoyar a Assad. Más tarde, Bandar bin Sultán tomó el relevo utilizando la táctica del palo y la zanahoria. Él propuso inversiones y jugosos contratos militares a Rusia y la promoción del papel ruso en la región. El palo fue una advertencia velada de acciones de grupos terroristas, controlados por Arabia Saudí, contra los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi.
Rusia resistió también a las maniobras de seducción estadounidenses, realizadas en persona por el secretario de Estado, John Kerry, para convencerla de que presionara a Assad para que no participe en el “período de transición” y para que dimita. Los estadounidenses incluso filtraron desinformación a los medios pretendiendo que Moscú había aceptado este requerimiento. Pero en vano.
Estas tergiversaciones no han inquietado en absoluto al número uno sirio. Por el contrario, él pareció confiar en sus propios activos, incluyendo la fidelidad del Ejército y el cuerpo diplomático sirio, donde se han dado muy pocas deserciones a pesar de las ofertas tentadoras que sus miembros han recibido de estados como Qatar y Arabia Saudí.
La ayuda económica iraní y rusa le ha permitido reducir los efectos destructores de las sanciones y la inercia de los engranajes económicos del país. Irán mostró incluso su disposición a ayudar a su aliado sirio si un ataque estadounidense tenía lugar.
Durante esta fase crítica y sobre el trasfondo de las acusaciones sobre la utilización por parte de Damasco de armas químicas en la Guta Oriental en agosto de 2013, la intervención rusa resultó decisiva para impedir un ataque estadounidense y para lograr el acuerdo sobre la destrucción del arsenal químico sirio.
Victoria decisiva en Al Qussair
En mayo del pasado año, la intervención de Hezbolá en la Batalla de Al Qussair ayudó al Ejército sirio a conseguir una decisiva victoria sobre los miles de yihadistas, muchos de ellos extranjeros, llegados a la zona a través del territorio libanés.
Durante todo el año y a pesar de las amenazas de muerte, Assad multiplicó sus encuentros con delegaciones llegadas de todas las partes del mundo y sus apariciones mediáticas. El encuentro más importante fue, sin duda, el mantenido con miembros de su partido, el Baas, en la Ópera de Damasco, sobre el trasfondo de un enorme cartel con las fotos de los mártires del Ejército sirio.
En agosto, él visitó la localidad de Daraya, en la provincia de Damasco, que acababa de ser asegurada por el Ejército, para saludar a los soldados. Él tampoco cambió su costumbre de participar en las oraciones colectivas de las fiestas religiosas islámicas (Aid al Fitr) y (Aid el Adha). Durante esta última, el pasado año, los rebeldes llegaron a propagar el rumor de su asesinato.
Discursos
En sus intervenciones, él presenta su visión del conflicto en Siria.
“Esto no es una revolución, sino una guerra entre la patria y sus enemigos, una venganza contra el pueblo sirio que ha rechazado inclinarse ante sus enemigos, una guerra contra fuerzas extranjeras, pero también contra algunas manos sirias, una crisis dictada por fuerzas regionales e internacionales que quieren destruir Siria, y no por reivindicaciones de reformas internas.
En cuanto a la solución, ella pasa, según él, por la erradicación del terrorismo, frase que no cesará de repetir a lo largo del año en más de una ocasión. Con la entrada en el juego de las milicias de Al Qaida, que han expulsado del tablero a las del ESL, él puede enorgullecerse de haber sido el primero en haber previsto el crecimiento de la potencia de Al Qaida, mientras el ESL trataba patéticamente, por su parte, de presentar la presencia de la organización terrorista en Siria como “una fase provisional”. En sus intervenciones, Assad ha mostrado también su apoyo al diálogo entre todas las facciones del pueblo sirio, tanto del interior como del exterior.
Y Assad continuará
A final del año 2013, Assad está más determinado que nunca a presentarse como candidato a las elecciones presidenciales previstas para 2014 y confiado también en que las ganará.
Él ha visto al emir Hamad de Qatar reemplazado por su hijo, a su enemigo turco Erdogan caer en un inevitable declive, el ataque estadounidense contra su país abortado y al ESL hundirse. Sus previsiones sobre el hecho de que el extremismo tomaría a Siria como rehén se han confirmado. A finales de año, él ha ido derecho al grano al condenar al wahabismo saudí en su dimensión política y religiosa, y ha llamado al mundo a luchar contra él.