24-11-2024 08:04 AM Tiempo de Jerusalén

Las ilusiones de Kerry

Las ilusiones de Kerry

Pese a las realidades sobre el terreno, John Kerry insiste en pedir la partida del presidente sirio, Bashar al Assad.

Aunque todas las indicaciones parecen indicar que la Conferencia de Ginebra-2 de la próxima semana no llevará a la entrega del poder por parte del gobierno sirio, el secretario de Estado, John Kerry, continúa insistiendo en que las conversaciones que se iniciarán en el marco de la Conferencia de Ginebra-2 terminarán instalando un “gobierno de transición” que reemplazará a Bashar al Assad.

Kerry ha precisado en que los líderes del nuevo gobierno deben ser aceptables para todos, tanto para el gobierno actual como para la oposición.

Damasco, por su parte, insiste en que el papel de la Presidencia no se verá afectado por las negociaciones y ha dejado entrever que el presidente Bashar podría optar por presentarse a la reelección en las elecciones de este año, teniendo en cuenta además que la mayoría de las encuestas publicadas por medios occidentales reconocen que su popularidad es enorme. El gobierno sirio podría, sin embargo, acceder a incluir a miembros de la oposición en un ejecutivo de unidad.

El principal enfoque habrá de darse, como señala Siria, Rusia e Irán, en la lucha contra el terrorismo extremista en Siria y otras partes de la región. No es posible pensar en algún tipo de solución política en Siria mientras los terroristas continúen con sus acciones y, más importante aún, mientras Arabia Saudí, Qatar o Turquía sigan apoyan al terrorismo internacional en Siria o en otros países.

Todo esto sugiere que las declaraciones de Kerry son probablemente un gesto vacío a la dividida oposición siria para intentar convencerla de que acceda a ir a la Conferencia de Ginebra. EEUU y el Reino Unido han multiplicado sus presiones a los opositores para que acudan al evento subrayando que si no participan en él podrían perder el apoyo material y político estadounidense, lo cual les dejaría con el apoyo de los países del Golfo, Turquía y el patético gobierno pro-sionista de François Hollande en Francia.

Por otro lado, cabe tener en cuenta que la oposición siria no representa prácticamente a nadie. Los grupos opositores armados se oponen a la Conferencia de Ginebra-2 y no han sido invitados a la misma. La guerra interna entre los militantes sirios, que ha causado hasta el momento más de 1.000 muertos, continúa y ha llevado a un serio debilitamiento de las milicias, que han de hacer ahora frente al poderoso ejército sirio y a una lucha por la supervivencia contra los otros grupos.

El radicalismo de organizaciones como el Estado Islámico en Iraq y Siria (EIIS), el Frente al Nusra y el Frente Islámico no dejan duda de que la guerra continuará y sólo puede finalizar con una victoria militar sobre esos grupos. Esta lucha exige un estado fuerte en Damasco y no cabe duda de que Assad en la actualidad es el único con el poder y el carisma suficiente para reunir en torno a él a todo el aparato del Estado y llevar al país hacia una decisiva victoria sobre el terrorismo internacional. La salida de Assad del poder llevaría a Siria a una situación similar a la de Libia o Yemen y esto en un contexto donde decenas de miles de extremistas fuertemente armados aspiran al poder y a la creación de un miniestado terrorista similar al Afganistán de los talibanes a finales de los noventa.

Los servicios de inteligencia occidentales parecen conocer esta realidad mejor que los políticos y han empezado a recorrer su propia “ruta de Damasco” y establecer sus propios contactos con el Estado sirio en aras de conocer mejor el fenómeno inquietante del terrorismo que se desarrolla en amplias franjas del territorio sirio.