Siria se ha convertido en un enorme imán para los yihadistas mientras que el África subsahariana se ha transformado en una incubadora para los grupos extremistas señalaron responsables de los servicios de inteligencia de EEUU
Siria se ha convertido en un enorme imán para los yihadistas mientras que el África subsahariana se ha transformado en una “incubadora” para los grupos extremistas señalaron responsables de los servicios de inteligencia de EEUU durante una reunión de la Comisión de Inteligencia del Senado. Estos responsables han alertado la diseminación de los grupos próximos a Al Qaida por el mundo.
Para James Clapper, Director Nacional de Inteligencia, que representa a 16 agencias de inteligencia de EEUU, “Siria se ha convertido en un imán para los extremistas. Él estima en 1.600 el número de grupos armados que luchan contra el gobierno sirio, que representan “entre 75.000 y 110.000 combatientes”. Él afirma que el número de combatientes “extremistas” es de unos 26.000, una cifra increíblemente baja teniendo en cuenta que la suma de los miembros del Frente Islámico, el EIIS y el Frente al Nusra es muy superior.
Clapper aseguró que “7.000 de ellos son combatientes extranjeros procedentes de unos 50 países, principalmente de Europa y Oriente Medio”. “Asistimos ahora a la aparición de complejos en Siria donde se entrena a los combatientes y se los envía de vuelta a sus países, por supuesto con el objetivo de perpetrar más acciones terroristas”, señaló.
“La situación en Siria nos inquieta mucho, en particular por el riesgo potencial de ataques terroristas llevados a cabo en Occidente y que emanen de ese país”, dijo el director del Centro Nacional Contraterrorista, Matthew Olsen. Él dijo a este respecto que Siria recuerda a las zonas tribales del noroeste de Pakistán, donde los miembros de Al Qaida buscaron refugio después de 2001.”
Él dijo también que la evolución de Iraq “va a depender enormemente de la forma en la que Bagdad haga frente al creciente desafío de Al Qaida, incluyendo los grupos que están atrincherados en la ciudad de Faluya”.
En Yemen, “el gobierno hace frente a una desestabilización debido al resurgimiento de Al Qaida en la Península Arábiga”, mientras que en Libia “la amenaza del terrorismo contra los intereses occidentales continúa siendo aguda, especialmente en el este del país.”
“La porosidad de las fronteras libias y las cantidades masivas de armas en circulación desestabilizan aún más el país, el Magreb y la región subsahariana”, señaló Clapper.
Esta parte de África, especialmente Somalia, se ha convertido en “una incubadora” para los grupos extremistas, que lanzan ataques “cada vez más mortíferos”.
“Los gobiernos de la región del Sahel, particularmente el Chad, Níger, Mali y Mauritania, corren el riesgo de ataques terroristas, especialmente por su apoyo a la intervención militar francesa en Mali en enero de 2013”, indicó Clapper.