El Consejo de Cooperación del Golfo se ha dividido y se mencionan ahora planes para una nueva alianza entre Arabia Saudí y sus gobiernos vasallos del Golfo.
Lo que está ocurriendo en la región del Golfo Pérsico va más allá de todas las expectativas. El Consejo de Cooperación del Golfo (CCG), una organización surgida a principios de la década de los ochenta del pasado siglo para crear un frente en contra de la entonces naciente Revolución Islámica de Irán, se ha dividido y se mencionan ahora planes para una nueva alianza entre Arabia Saudí y sus gobiernos vasallos del Golfo, el de los EAU y el de Bahrein, así como con el Egipto dominado por los militares y bajo la dirección de Abdel Fattah al Sisi.
Hasta muy recientemente, el CCG era el principal instrumento de la diplomacia regional de Arabia Saudí. Sin embargo, en la actualidad, esta organización se halla al borde de la implosión. Tres de los seis miembros de este Consejo, Arabia Saudí, EAU y Bahrein, han retirado a sus embajadores de Qatar debido a las supuestas “injerencias” de este país en los asuntos internos de sus vecinos y han anunciado otra serie de medidas contra Qatar.
El deterioro de las relaciones entre Riad y Doha no proviene de ayer. Pero esta escalada resulta sorprendente dado que ella ha puesto de manifiesto que Arabia Saudí ya no pueden imponer sus políticas ni quiera en el seno del CCG y está dispuesta a sacar a la luz pública sus enfrentamientos con otros miembros del Consejo.
Qatar no es el único país que se ha alejado del reino wahabí. Omán ha adoptado una postura diferenciada de la de Arabia Saudí en muchos temas. Los omaníes albergaron, a espaldas de los saudíes, unas negociaciones secretas entre Irán y EEUU sobre el tema nuclear y fueron éstas las que allanaron el camino para la firma del acuerdo nuclear entre el Grupo 5+1 e Irán el pasado mes de noviembre. Omán ha anunciado también que rechaza el plan saudí para crear una fuerza militar del CCG, que estaría en todo caso dominada por los saudíes, y ha amenazado con abandonar el Consejo si éste sigue adelante con los planes para su establecimiento.
Por otro lado, Kuwait ha comenzado también a distanciarse de la política saudí. El Emirato se ha negado a firmar el Pacto de Seguridad Interna del CCG, que fue suscrito por los ministros del Interior del Consejo en 2012 después de muchos años de preparación. Los políticos y ciudadanos kuwaitíes consideran que tal pacto viola los derechos contenidos dentro de su constitución. Este punto de vista es sostenido por todas las corrientes políticas del emirato: islamistas, liberales, independientes etc.
Kuwait considera que su situación es diferente a la de los otros países del CCG ya que cuenta con una Constitución, un Parlamento electo y partidos políticos y cree que tal Pacto violaría muchas las libertades que no existen en los otros estados del CCG, gobernados por monarquías absolutas. Una activista kuwaití, Mona Karim, dijo al periódico Al Akhbar que “nadie en Kuwait, ni siquiera los lealistas, apoya la idea de cooperar con Arabia Saudí en este campo. La oposición y muchos independientes han indicado que este pacto sería un golpe a la libertad de expresión. Es como tener un estado policía unificado”. Kuwait, junto con Omán, se ha negado también a apoyar la política saudí hacia Qatar y mantiene una actitud neutral en este conflicto.
Diferencias en torno a los HHMM
La crisis actual en el seno del CCG viene motivada por el apoyo de Qatar a los Hermanos Musulmanes, un grupo al que los dirigentes saudíes y de los EAU ven como una amenaza, dada la creciente influencia del grupo en el seno del establishment religioso de Arabia Saudí y otros países. Los Hermanos Musulmanes ponen en cuestión la legitimidad política y religiosa del gobierno saudí.
La decisión de llamar a los embajadores fue tomada en medio de un violento enfrentamiento verbal entre el emir de Qatar, Sheij Tamim ben Hamad al Zani, y el ministro de Exteriores saudí durante una reunión en Kuwait hace un mes. El emir acudió a la misma a invitación de su homólogo de Kuwait, que había propuesto una mediación. Sin embargo, la discusión terminó mal, en medio de acusaciones saudíes sobre la injerencia qatarí en los países del Golfo. Cuando Tamim le pidió pruebas, Saúd al Faisal dijo que su país disponía de ellas pero no las iba a revelar para “proteger sus fuentes”.
Por otro lado, Qatar acusó a un grupo salafí pro-saudí y al gobierno de Bahrein de estar implicados en un reciente atentado terrorista en la capital del país, Doha, que costó la vida a 50 personas. El gobierno bahreiní respondió culpando a Qatar de ser el responsable de la colocación de un artefacto explosivo en una localidad de Bahrein que mató a tres policías, uno de ellos de los EAU.
Desde entonces, todas las tentativas de mediación han fracasado y los acontecimientos se han sucedido rápidamente.
Un tribunal de los EAU condenó a varios ciudadanos de los EAU y a un qatarí por su supuesta pertenencia a los Hermanos Musulmanes y un supuesto complot añadido para “atentar contra la estabilidad del país”. Poco después, Arabia Saudí, los EAU y Bahrein decidieron retirar sus embajadores de Doha.
A continuación, llegó la decisión saudí de declarar a los Hermanos Musulmanes como organización terrorista, junto con el EIIS, el Frente al Nusra y otros grupos.
En lo que se refiere al EIIS, el Frente al Nusra y Al Qaida, la decisión saudí era esperada. Ella se adapta a las políticas e intereses de EEUU, que está preocupado por el control que estos grupos ejercen de partes de Siria e Iraq, y también busca proteger al propio régimen saudí. Asimismo, supone un intento de distanciar a Arabia Saudí de sus notorios vínculos con el terrorismo internacional poco antes de que se produzca la esperada visita del presidente de EEUU, Barack Obama, a Riad.
Sin embargo, lo novedoso de esta decisión de prohibir a estos grupos yihadistas salafistas es que se produce antes de que sea lograda una victoria de los grupos armados opositores sobre el gobierno sirio, que Arabia Saudí había estado buscando durante tres años. Previamente, la táctica del campo que lucha contra Damasco era la de aprovecharse de los yihadistas salafistas hasta que el presidente Bashar al Assad cayera, después de lo cual este campo dedicaría su atención a combatir a dichos grupos.
En otras palabras, la decisión saudí supone un reconocimiento táctico de que el derrocamiento del gobierno sirio por medio de la fuerza ya no es posible. De este modo, los dirigentes saudíes pueden haber comenzado a comprender que es necesario combatir el influjo de yihadistas a Siria, que se ha convertido en una amenaza para ellos mismos, incluso si esto sirve a los intereses de su archienemigo, el gobierno de Damasco.
La situación es diferente en lo que respecta a los Hermanos Musulmanes, ya que este grupo continúa manteniendo contactos y recibiendo apoyo de EEUU y otros en el escenario internacional. Esta decisión estuvo, pues, relacionada directamente con el actual conflicto entre Arabia Saudí y Qatar y con los acontecimientos en Egipto. En este sentido, esta decisión ha sido vista como un ataque tanto a los Hermanos Musulmanes como a Qatar y como un intento de fortalecer aún más las relaciones de Arabia Saudí con Egipto y tratar de implicar a este país en una línea política similar a la saudí.
El día 10 de Marzo se conoció además la decisión de Arabia Saudí y los EAU de obligar a sus ciudadanos a abandonar los medios de comunicación de Qatar. Una columnista saudí, Samar al Mogrin, dijo al periódico Al Arab que “el Ministerio de Cultura e Información de Arabia Saudí ha decidido poner fin a la colaboración de columnistas saudíes con los medios qataríes”. Ella dijo que otros dos periodistas saudíes, Saleh al Shehi y Ahmed bin Rashed al Said, habían dejado de colaborar con periódicos qataríes siguiendo las órdenes del ministerio.
Por otro lado, dos comentaristas de los EAU, Ali Said al Kaabi y Fares Awad, han anunciado que abandonarán Beln Sports, una cadena qatarí que retransmite partidos en exclusiva de las ligas española e inglesa en Oriente Medio.
¿Se aproximará Qatar a Irán?
En este sentido, cabe señalar que la continua presión sobre Qatar deja a este país sin muchas opciones. Su creciente enfrentamiento con a Arabia Saudí y sus dos estrechos aliados en el CCG deja a Doha con pocas salidas. Una de ellas es la de buscar un mayor estrechamiento de relaciones con Kuwait y Omán, pero no es fácil saber si estos dos países estarán dispuestos a desafiar a Arabia Saudí abiertamente, aun cuando no estén dispuestos a apoyar sus políticas anti-qataríes.
Esta situación podría llevar a Qatar a aproximarse a Irán. A finales de febrero, el ministro de Exteriores de Qatar discutió un posible bloqueo saudí contra Doha con su homólogo iraní en Teherán y los signos de aproximación entre ambos países son continuos. Qatar ha sido uno de los países árabes que ha saludado el reciente acuerdo nuclear entre Irán y el Grupo 5+1.
Ha habido también algunos intentos de aproximación de Qatar a Siria, aunque todavía no parecen haber cristalizado. El obstáculo aquí podría ser la influencia de los propios HHMM que luchan contra el gobierno sirio. No obstante, si la situación entre Arabia Saudí y Qatar se deteriora, Doha podría verse obligada a desistir en su actitud anti-siria.
En lo que se refiere a Arabia Saudí, su crisis con Qatar y con los HHMM llevará a un mayor aislamiento del reino wahabí en el contexto de Oriente Medio y el Golfo Pérsico donde ahora se enfrenta con una amplia gama de enemigos: desde el campo pro-Resistencia (Irán, Siria y Hezbolá) hasta los Hermanos Musulmanes e incluso el campo salafí yihadista, al que había apoyado tradicionalmente. A esto hay que añadir los crecientes problemas internos, que han puesto de manifiesto que el régimen saudí ya no puede apagar ni siquiera los fuegos que están surgiendo dentro de su propia casa.