La política de EEUU en el espacio post-soviético fracasa porque no tiene en cuenta la determinación de Rusia de mantener una influencia en la zona.
EEUU ha intentado tras el fin de la Guerra Fría expandirse al territorio ex soviético. Sin embargo, tras un inicio lleno de éxitos prometedores, los últimos años han sido testigos de un número creciente de reveses para esta estrategia estadounidense.
La creación y apoyo a regímenes anti-rusos y serviles a Occidente constituye el objetivo esencial de la política de EEUU en el espacio post-soviético desde las décadas de 1990 y 2000. La victoria de la “Revolución Naranja” en Ucrania fue considerada por Washington como un gran logro de su política exterior. Del mismo modo, un año antes tuvo lugar la subida al poder en Georgia del pro-estadounidense Mijail Saakashvili en la llamada “Revolución Rosa”.
Sin embargo, los posteriores acontecimientos demostraron que la alegría estadounidense resultó ser prematura. Pronto quedó claro que los nuevos líderes salidos de la “Revolución Naranja” en Ucrania eran incompetentes. El político pro-ruso, Viktor Yanukovich, ganó las siguientes elecciones presidenciales.
En lo que se refiere a Saakashvili, él construyó sólo una “democracia de fachada”. Georgia ha perdido definitivamente Abjazia y Osetia del Sur tras su derrota en la guerra de Agosto de 2008 con Rusia, desencadenada por el propio Saakashvili.
EEUU no habría sufrido tales reveses si hubiera adoptado otra actitud hacia Rusia y sus intereses en el espacio post-soviético, según el director del centro de Coyuntura Política de Rusia, Serguei Mikheev. “Los norteamericanos perdieron en los años noventa una oportunidad histórica porque se negaron a reconocer los intereses nacionales de Rusia y trataron de acabar con su influencia en esos países con los que tradicionalmente había mantenido fuertes lazos históricos.
Rusia no ha disimulado nunca que considera el espacio de la ex URSS como una zona de interés prioritario y se opone a una intervención externa en esos territorios. En este contexto, la política de EEUU en el espacio post-soviético fracasa porque no tiene en cuenta la determinación de Rusia de mantener una influencia en la zona, estima el jefe del departamento de EEUU del Instituto de Economía y Relaciones Internacionales de Rusia, Fedor Voitolovski.
En este sentido, la reciente unión de Crimea a Rusia ha servido a Moscú para garantizar su posición geoestratégica en el Mar Negro y reforzar su papel en la región.