La Flota rusa del Mar del Norte desplegada en Crimea ha sido un factor importante en el discurrir de los últimos sucesos en la Península.
La Flota rusa del Mar del Norte desplegada en Crimea ha sido un factor importante en el discurrir de los últimos sucesos en la Península. La presencia de la flota dio ánimos y tranquilidad a la población de la Península y a las autoridades elegidas por ella tras la deposición de los cargos oficiales nombrados por las autoridades ucranianas que surgieron del golpe de Kiev. También impidió la actuación de las bandas de individuos armados al servicio de dichas autoridades que llevaron a cabo ataques contra la población rusa en varias ciudades ucranianas.
El retorno de Crimea a Rusia, a la que perteneció durante siglos hasta que una caprichosa decisión de Nikita Jrushchov decidió regalar la península a Ucrania, tiene un amplio significado estratégico para Rusia y otros países. La península controla no sólo toda el área del Mar Negro sino también los Balcanes, el Cáucaso y Oriente Medio. Desde su territorio, Rusia pude interceptar misiles procedentes del Mediterráneo y el Mar Adriático.
Rusia tendrá, no obstante, que llevar a cabo una reconstrucción de la infraestructura militar de Crimea, que ha sufrido una degradación en el último cuarto de siglo. Los cambios en el escenario internacional y el cambio en las prioridades de la seguridad nacional tendrán también su reflejo en el desarrollo de estas construcciones.
A pesar de haber firmado un tratado para la permanencia de la Flota en Sebastopol, las autoridades ucranianas pusieron durante años restricciones para el envío de suministros, incluyendo de alimentos y medicinas, a la flota e impidieron cualquier actividad dirigida a su modernización. Como resultado, el personal de la misma descendió hasta los 14.000 hombres este año y el número de barcos se redujo a 25 y el de aviones a 60.
Crimea tiene también una posición estratégica única para el uso de la aviación. Desde los campos de Crimea, la aviación rusa es capaz de alcanzar la cuenca del Mediterráneo, el sur de Europa, Oriente Medio y algunas partes de África. A finales de los años sesenta de la década del pasado siglo, un responsable militar estadounidense llamó a Crimea un “portaaviones que no se puede hundir”. De este modo, es probable que Rusia sitúe allí no sólo cazas sino también bombarderos estratégicos.
No cabe duda de que Rusia desplegará en Crimea sus sistemas de armas más avanzados, incluyendo los cazas de quinta generación así como los últimos diseños de barcos y submarinos. Los planes aprobados por Rusia prevén que la Flota recibirá de aquí al 2040, 50 barcos de nueva generación.
Rusia podría enviar también buques más grandes como el portaaviones Almirante Kuznetsov a Sebastopol al menos durante el invierno, ya que el clima y las temperaturas del norte contribuyen al rápido envejecimiento de estos gigantes de acero.
Descartada una agresión inminente de la OTAN, la amenaza más directa para la península en este momento parecen ser los miembros de la así llamada Guardia Nacional ucraniana, compuesta en buena parte por miembros de grupos extremistas como los que tomaron el control de la Plaza de Maidan y luego el Parlamento ucraniano. Estas tropas, aunque son de un número reducido, unos pocos miles, están más motivadas y sienten una especial animadversión hacia los rusos. Es por ello por lo que Rusia cuenta con enviar nuevas tropas y sistemas de defensa con carácter disuasivo a Crimea.
En resumen, Rusia ha recuperado “la joya de la corona” y esto supondrá un gran beneficio para sus fuerzas armadas, en especial para su marina y sus fuerzas aéreas. La recuperación de Crimea ha supuesto así un duro golpe a los planes occidentales dirigidos a debilitar el país y su significativo rol en el escenario político internacional.