Un encuentro en Beirut hace pocos días entre el ministro de Exteriores egipcio, Nabil Fahmi, y el ministro de Industria del Líbano, el diputado de Hezbolá Hussein al Hayy Hassan.
Un encuentro en Beirut hace pocos días entre el ministro de Exteriores egipcio, Nabil Fahmi, y el ministro de Industria del Líbano, el diputado de Hezbolá Hussein al Hayy Hassan, marcó el inicio de un diálogo no sólo entre los gobiernos del Líbano y Egipto sino entre este último y Hezbolá. También sirvió para complementar una serie de contactos detrás del telón entre El Cairo y Teherán con el fin de abrir nuevos canales de comunicación y ayudar a poner fin al conflicto en Siria.
En un principio, Hezbolá comprende que Egipto necesita reforzar su relación con Arabia Saudí por razones financieras así como para completar su proceso dirigido a contener a los Hermanos Musulmanes y consolidar la autoridad del Mariscal Abdel Fattah al Sisi de tal forma que éste se convierta en presidente.
Sin embargo, esto no excluye un cierto sentido de decepción y desaprobación. Parte de esta desaprobación tiene que ver con la forma en que las autoridades egipcias tratan con Hezbolá a nivel mediático y judicial. Uno de los casos es el de la famosa fuga de presos de la prisión de Al Natrun en 2011 en que Hezbolá ha sido implicado junto con los Hermanos Musulmanes y Hamas. Sin embargo, Hezbolá ha negado esta implicación, que no está basada en ninguna prueba judicial y está políticamente motivada.
Hezbolá nunca se sintió cómodo con el ex presidente Mohammed Mursi. El mandatario, vinculado a los Hermanos Musulmanes, decepcionó a muchos cuando fue a Irán y pronunció un discurso que no era merecedor de la hospitalidad que recibió o del lugar que estaba visitando. Su postura hostil hacia Siria y Hezbolá y su decisión de romper las relaciones diplomáticas con Damasco creó aún más decepción. Por otro lado, cuando el ex presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, visitó El Cairo, él no fue bien recibido ni por el gobierno de los Hermanos Musulmanes ni por la Universidad de Al Azhar. Sin embargo, durante las elecciones presidenciales, Hezbolá e Irán hicieron frente a dos opciones: o volver a los fantasmas de la era de Mubarak con Ahmad Shafik, que compitió contra Mursi en las elecciones presidenciales de 2012, o respaldar a Mursi. Ellos apoyaron a este último con reticencias.
Poco después de la subida al poder del nuevo gobierno, el reputado escritor egipcio Mohammed Heikal visitó al líder de Hezbolá Sayyed Nasralá. Algunos afirmaron que él no tenía el encargo oficial de hacerlo. Sin embargo, muchas personas cercanas al ministro egipcio confirmaron que habían pedido a Heikal que realizara esta visita.
Por su parte, círculos cercanos a Fahmi dijeron que su visita al Líbano era importante incluso para la política doméstica de Egipto debido a lo que el Líbano representa en términos de diversidad y pluralismo frente a las ideas de intolerancia religiosa y terrorismo.
El lado egipcio quiso también romper el tabú de las relaciones con Hezbolá y quiso lanzar la idea de que Egipto está abierto a tratar con todos los partidos libaneses y no discrimina entre un bloque u otro. También dejó claro que Egipto no quería dar una opinión sobre los candidatos presidenciales en el Líbano ni deseaba inmiscuirse en este asunto.
Durante el encuentro, el ministro egipcio dijo que “El Cairo apoya el papel de Hezbolá como partido de la resistencia”. Él dijo también que existen muchos desacuerdos entre las dos partes, incluyendo la participación de Hezbolá en la guerra de Siria, pero que esta diferencia de puntos de vista no impide que ambas partes puedan trabajar juntas y desarrollen su relación en beneficio de los dos países.
Al Hayy Hassan explicó que Hezbolá decidió participar en la guerra de Siria debido a los grandes peligros que acechan al Líbano. Él dijo que la amenaza del terrorismo era más seria de lo que algunos creen. Él dio varios ejemplos, incluyendo la situación en las áreas fronterizas y, concretamente, en la ciudad de Ersal. También subrayó que el partido está preocupado por los atentados contra el Ejército libanés y apoya a la institución militar. Asimismo, enfatizó que Hezbolá respeta el marco constitucional y desea elegir a un presidente en base a este marco y en el plazo previsto. Él describió también los peligros de las divisiones confesionales y la necesidad de trabajar duro para evitarlas.
Él dijo además que Hezbolá desea ver a Egipto recuperar un papel predominante en esta crítica coyuntura de la historia de Palestina y el mundo árabe.
En este sentido, el encuentro fue fructífero y coincide con el deseo de Egipto de expandir sus relaciones a nivel regional. Fahmi esbozó una hoja de ruta para las relaciones internacionales de Egipto. Se trata de un meticuloso y experimentado diplomático, hijo de Ismail Fahmi, que dimitió debido a la firma de los Acuerdos de Camp David con Israel en 1979.
Algunos le veían con cierto escepticismo debido a su relación con Mohammed el Baradei, ex director de la Agencia Internacional de la Energía Atómica y líder opositor egipcio durante la época de Hosni Mubarak, y por haber estudiado y trabajado como profesor en EEUU. Sin embargo, este punto de vista cambió notablemente después de su éxito al establecer relaciones estratégicas con Rusia y su apertura hacia China e India. En este sentido, Fahmi se ha convertido en el arquitecto real de la política exterior de Egipto en la actualidad. Sisi comprendió su gran potencial especialmente cuando el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, visitó Egipto la víspera de la llegada al país de una delegación rusa en un esfuerzo para convencer a El Cairo de que diera una primacía a las relaciones con EEUU. Kerry alabó al liderazgo egipcio en El Cairo pero fue reprendido luego en la Casa Blanca, mientras Fahmi, Sisi y los otros dirigentes egipcios sonreían.
Uno de los puntos de la estrategia que Fahmi es la necesidad de restablecer la relación con Irán a pesar de lo sensible de la actual relación de Egipto con Arabia Saudí.
En relación a Siria, ha habido también una evolución en la postura de Egipto, como se puso de relieve en lo ocurrido en la última cumbre de la Liga Árabe. En realidad, El Cairo es consciente de que la Coalición Nacional Siria está en una posición de debilidad debido a sus actuales divisiones internas. También sabe que el jefe de la CNS, Ahmad Yarba, que está buscando renovar su mandato, está intentando desembarazarse de al menos nueve dirigentes de la coalición. El Cairo conoce además las dificultades a las que la oposición siria hace frente sobre el terreno.
En la actualidad, existe un interés en Egipto de establecer unas estrechas relaciones de seguridad con Siria. El restablecimiento de las relaciones diplomáticas, sin embargo, requiere una iniciativa siria que no se ha materializado todavía y que incluiría la liberación de los detenidos del Comité Nacional de Coordinación y otras organizaciones.
Por su parte, el Ejército egipcio considera que la seguridad nacional del país está estrechamente vinculada a la de Siria y a su Ejército. Por otro lado, El Cairo no ve con buenos ojos las injerencias de Turquía en Siria y podría haber enviado incluso una advertencia en este sentido.
No hay duda, pues, de que El Cairo necesita iniciativas en relación a Siria, aunque su relación con Arabia Saudí limita su capacidad de maniobra. Sin embargo, se están produciendo importantes cambios en el escenario árabe que podrían ayudar en la próxima fase. Un prominente diputado kuwaití, por ejemplo, dijo que la posición oficial de Kuwait y la de algunos países del Golfo es ahora la de apoyar a Siria a luchar contra el terrorismo, preservar el Ejército sirio y alentar una solución política que contemple el mantenimiento en el poder del presidente Bashar al Assad. Él dijo que el emir de Kuwait le había dicho literalmente esas palabras.
¿Llevará el encuentro entre Fahmi y Hussein al Hayy a grandes cambios en el escenario político de la región? La respuesta es, sin duda, afirmativa. Sin embargo, estamos todavía al inicio de esta fase.
Sami Kleib – Al Akhbar