La campaña electoral para las elecciones generales del 30 de abril, en las cuales el actual primer ministro Nuri al Maliki busca un tercer mandato, comenzó oficialmente el martes en Iraq.
La campaña electoral para las elecciones generales del 30 de abril, en las cuales el actual primer ministro Nuri al Maliki busca un tercer mandato, comenzó oficialmente el martes en Iraq en medio de la peor ola de violencia en el país desde 2008.
Unos 9.040 candidatos se presentan para los 328 escaños de la Asamblea Nacional. Ningún partido parece capaz de obtener la mayoría absoluta y las negociaciones para la formación de un gobierno podrían alargarse, como sucedió en los casos anteriores.
Aunque la campaña comenzó el martes, los carteles electorales han hecho ya su aparición en estos últimos días, pese a la ilegalidad de esta acción.
La celebración del escrutinio en su plazo previsto se vio amenazada la pasada semana por la dimisión de los miembros de la Comisión Electoral, que denunciaron injerencias políticas y judiciales en su labor. Sin embargo, el pasado jueves, la comisión dio marcha atrás y confirmó la fecha de los comicios.
Maliki advirtió en contra de un retraso de las elecciones. “Entraríamos entonces en un túnel del que no podríamos salir. Los problemas surgirían uno tras otro”.
Sin embargo, incluso las fuentes oficiales reconocen que es poco probable que el escrutinio se desarrolle normalmente en la provincia de Anbar debido a la presencia de grupos armados y los actos de violencia que tienen lugar allí desde enero. En ese mes, combatientes del Estado Islámico en Iraq y Siria (EIIS) tomaron la ciudad de Faluya, a 60 kms al oeste de Bagdad, y algunos sectores de la ciudad de Ramadi (40 kms al oeste de la capital). La mitad de Faluya continúa aún en las manos del EIIS.
Como en los escrutinios precedentes, la lista de quejas de los electores es larga: cortes de energía, corrupción y paro. Sin hablar de la violencia casi cotidiana, que ha causado más de 2.200 muertos este año.
La Alianza por el Estado de Derecho de Maliki, un partido shií, como la mayoría de los iraquíes, parte como favorita, pero esta candidatura debe hacer frente al Bloque de los Ciudadanos, considerado como próximo a Irán, y al partido Ahrar, vinculado al influyente clérigo shií Muqtada al Sadr, que anunció recientemente su retirada de la vida política.
En las regiones mayoritariamente sunníes del oeste y norte de Iraq, varias coaliciones se disputan el voto, mientras que en el Kurdistán iraquí, el crecimiento de una nueva formación amenaza el histórico control ejercido por los dos grandes partidos kurdos.
Analistas y diplomáticos han expresado su temor a que los terroristas incrementen los atentados según se aproximen las elecciones con el fin de sabotear el proceso.