En Israel reina la consternación por la escena que se difundió el miércoles de su principal aliado en la región, el derrocado dictador egipcio Hosni Mubarak, tras las rejas de una jaula.
En Israel reina la consternación por la escena que se difundió el miércoles de su principal aliado en la región, el derrocado dictador egipcio Hosni Mubarak, tras las rejas de una jaula junto con sus dos hijos y varias figuras de su entorno.
Esta consternación fue expresada por diversos medios políticos, incluyendo el primer ministro israelí, Benyamin Netanyahu.
Parece que el gobierno israelí trató de evitar esta situación, proponiendo recibir a Mubarak en calidad de refugiado político en Israel.
Por supuesto, no fue Netanyahu quien declaró este hecho. Su Oficina se encargó de negarlo. Fue el ex ministro de Defensa, Benjamin Ben-Eliezer, quien reveló que tras la caída de Mubarak, él fue a Sharm el Sheikh, donde Mubarak ese hallaba tras su derrocamiento, tras un acuerdo en tal sentido con Netanyahu.
“Me encontré con Mubarak en Sharm el Sheik y le dije que la distancia hasta Eilat era corta, que yo sabía que estaba enfermo, que sería una buena oportunidad para recibir un tratamiento en Israel y que estaba seguro de que el gobierno israelí le acogería bien,” dijo antes de agregar que Mubarak se negó porque era “nacionalista”.
Según este relato, Mubarak respondió: “Fuad (el nombre de nacimiento de Ben-Eliezer en Irak), yo luché durante 60 años en esta tierra, casi pierdo la vida en ella y aquí moriré”.
No sin amargura, Ben Eliezer no dejar de alabar lo que él consideraba las cualidades de Mubarak: “Este hombre que dirigió el mundo árabe, creó una estabilidad y luchó incansablemente para proteger Oriente Medio, está siendo tratado como un criminal en la jaula de los acusados.”
Cabe señalar que fue gracias a la amistad entre Ben Eliezer y Mubarak que fue concluido el acuerdo de gas entre Egipto e Israel.
Este acuerdo, muy mal visto por los egipcios, estipula que el gas de Egipto será vendido a Israel a un precio muy por debajo de los que rigen en los mercados. Para los revolucionarios egipcios esto es un ejemplo de corrupción del que el ex presidente tendrá que rendir cuentas en el juicio.
Tras indicar que él permaneció en contacto telefónico diario con el ex presidente egipcio durante el período que precedió a su salida de El Cairo. Ben Eliezer termina diciendo con tristeza: “Mubarak no vio la dirección del viento de la revolución.”
Una amistad especial vincula a Ben Eliezer con Mubarak a pesar de la denuncia contra el ex ministro israelí presentada ante la Justicia egipcia por su papel en la ejecución de soldados egipcios en la guerra de 1967.
El ex jefe del Shabak, el servicio de seguridad interna israelí, Avi Dichter, también se ha puesto a defender a Mubarak: “El hecho de colocar a Mubarak en un calabozo mientras está enfermo refleja que el actual régimen de Egipto tiene la intención de adoptar el comportamiento de los regímenes no democráticos.”
Y advirtió además que “la humillación de Mubarak supone un mal signo para los líderes árabes en su relación con EEUU, que no ha condenado este hecho (el tratamiento recibido por Mubarak).” Él recordó que “Mubarak fue aliado de EEUU durante todo su mandato.”
El parlamentario del Likud Israel Hassoune, tras expresar su profunda tristeza por ver a Mubarak en una situación tan humillante, dijo que esperaba que el equipo de la defensa “logre probar su inocencia”.
El ex embajador israelí en Egipto, Elie Shakid, también tuvo palabras de ira y consternación por la situación de Mubarak, y manifestó a la Radio del Ejército israelí que “lo que hoy sucede Egipto, no expresa la voluntad del pueblo egipcio.”
“Ellos tienen la costumbre de perdonar sus pecados a los dirigentes ... desde la Revolución hasta hoy el pueblo de Egipto ha dado muestras de indulgencia. Pero esto es sólo venganza y castigo,” dijo Shakid.
Varios columnistas de medios de comunicación israelíes han subrayado repetidamente la necesidad de que el régimen sionista exprese su gratitud al derrocado líder egipcio y trate de salvarlo de esta situación humillante.
De este modo, el dictador egipcio es más popular entre los israelíes que entre sus propios compatriotas. Su postura de servidumbre a Israel le hizo, de hecho, ganarse el odio de los egipcios y fue una de las causas de su caída.