Al menos 39 activistas antigubernamentales murieron en un incendio provocado en el Edificio de los Sindicatos de Odessa, dijo el Ministerio del Interior ucraniano.
Al menos 39 activistas antigubernamentales murieron en un incendio provocado en el Edificio de los Sindicatos de Odessa, dijo el Ministerio del Interior ucraniano. El edificio fue incendiado por extremistas pro-Kiev. Otras 200 personas resultaron heridas en este incidente.
La policía detuvo a 130 personas tras los choques sangrientos del viernes en Odessa entre activistas pro-rusos y militantes neonazis. La violencia dio comienzo cuando unos 1.500 partidarios del gobierno de Kiev y activistas neonazis llegaron a la ciudad y marcharon por ella gritando “Gloria a Ucrania”, “Muerte a los enemigos” y “Pasemos a cuchillo de los moskals” (término despectivo para referirse a los rusos).
El Edificio de los Sindicatos fue incendiado por radicales pro-Kiev después de que ellos rodearan y destruyeran previamente el campo de tiendas de campaña de activistas anti-gubernamentales que estaba situado enfrente del mismo. Los activistas pro-rusos se refugiaron entonces dentro de él.
La mayoría de los que se hallaban en el edificio fallecieron quemados vivos o asfixiados por el humo. Otros se arrojaron por las ventanas, según la policía. Según los informes, aquellos que saltaron y sobrevivieron fueron rodeados y agredidos por miembros del Sector Derechista.
La policía antidisturbios se hallaba junto al edificio pero aparentemente no hizo nada para impedir la violencia, según mostraron las fotos de los sucesos.
La masacre fue llevada a cabo, sin ninguna duda, por miembros del Sector Derechista, que ostenta posiciones en el nuevo régimen de Kiev, junto al partido Svoboda, de la misma ideología. Miembros del Sector Derechista están tomando parte también en la ofensiva contra los activistas pro-rusos en Slaviansk y otros sectores.
Estos terribles hechos muestran, según diversos analistas, el carácter brutal de las nuevas autoridades de Kiev instaladas en el poder por EEUU y la UE mediante un golpe de estado. Washington gastó, de hecho, unos 5.000 millones de dólares en lograr este cambio de régimen, según reconocimiento de las propias autoridades norteamericanas. Dicho gobierno busca ahora eliminar a la oposición popular a su control, centrada en las regiones de habla rusa en el Sur y Este de Ucrania, que se oponen a la firma de un acuerdo con la Unión Europea y a los vínculos militares más estrechos de Kiev con la OTAN.
La masacre de Odessa ha provocado hasta ahora el mayor número de víctimas en el conflicto ucraniano y podría convertirse en un punto de no retorno hacia la guerra civil. Al día siguiente de la misma, las autoridades de Kiev lanzaron un asalto contra la ciudad de Kramatorsk provocando la muerte de más de una decena de personas en las primeras horas del mismo.
El viernes 2 de Mayo, el presidente del gobierno interino ucraniano, Oleskander Turchinov, dijo que muchos separatistas habían sido muertos en la ofensiva militar contra Slaviansk y añadió que la ciudad sufría ya entonces “un duro cerco”. A pesar del empleo de miles de tropas y helicópteros, el asalto quedó bloqueado por la resistencia local, que logró el derribo de tres helicópteros.
La operación de las autoridades de Kiev fue iniciada poco después de la visita al país del vicepresidente estadounidense Joe Biden, cuyo apoyo convenció aparentemente a sus aliados ucranianos de seguir adelante con la operación tras las reticencias que habían mostrado en los días anteriores tras el fracaso del primer asalto. El día 2 de Mayo, durante una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU en la que el representante ruso, Viktor Churkin, denunció las “consecuencias catastróficas” de la operación militar en el Este de Ucrania, la embajadora estadounidense, Samantha Power, describió la operación militar como “proporcionada y razonable”.
La ofensiva militar tiene como fin impedir los referéndums sobre el estatus de Donetsk y Lugansk previstos para el 11 de Mayo. Mientras tanto, el gobierno ucraniano,y sus patrocinadores occidentales planean celebrar unas elecciones presidenciales el 25 de Mayo para intentar dar legitimidad al régimen golpista de Kiev. El candidato favorito es el oligarca multimillonario Petro Poroshenko, que aboga por la entrada de Ucrania en la OTAN y por una política económica guiada por los “consejos” del Fondo Monetario Internacional.
Sin embargo, estos planes podrían verse afectados si una guerra civil se extiende por el Este del país. Algunas informaciones hablan de que voluntarios de otras partes de Ucrania y de Crimea, que forma parte ya de Rusia, podrían unirse a las fuerzas de autodefensa en el Este y el Sur del país. Rusia también puede dejar oír pronto su voz. Un corte de los suministros de gas a Ucrania podría tener lugar en un breve plazo.