La liberación de Homs mediante un acuerdo ha devuelto al control del gobierno una de las dos principales ciudades de Siria -junto con Alepo- que estaban parcialmente ocupadas por los militantes.
Los últimos éxitos militares del Ejército sirio, logrados en las últimas semanas, han sido espectaculares. La toma de Yabrud y Rankús, principales localidades de la región de Qalamún, han puesto fin a la campaña militar en este territorio montañoso de la provincia de Damasco. La conclusión victoriosa de la operación ha permitido cerrar la frontera libanesa al paso de terroristas takfiris y suministros para los grupos armados y ha llevado al incremento de la seguridad tanto en Siria como en el Líbano.
La liberación de Homs mediante un acuerdo -que ha sido el resultado del cansancio y desesperación de los terroristas que ocupaban la ciudad- ha devuelto al control del gobierno una de las dos principales ciudades de Siria -junto con Alepo- que estaban parcialmente ocupadas por los militantes. La significación de la victoria de Homs es doble. Por un lado, se trata de un lugar emblemático que fue denominado durante mucho tiempo la “capital de la revolución”. La toma de la ciudad ha supuesto, además, un paso fundamental para el control de toda la zona centro del país por parte del Estado sirio.
Más importante aún, la liberación de Homs y el fin de la campaña del Qalamún, han liberado una serie de fuerzas militares, incluyendo tropas de operaciones especiales, y de las fuerzas de Defensa Nacional que podrán ser empleadas en otras zonas del conflicto, como la Guta Oriental o Alepo. Estas últimas se han convertido en los pasados días en zonas principales del conflicto y, en ambas, el Ejército acaba de tomar “zonas clave”, cuyo control le permitirá llevar a cabo un progreso ineludible en próximas fechas.
En la Guta Oriental, el reciente avance del Ejército en Maliha y Yobar ha abierto la posibilidad de una ofensiva contra Duma, el principal reducto terrorista en la provincia de Damasco. En Alepo, la ofensiva militar ha llevado a la toma de la importante rotonda de Bureiy, una zona desde la que se puede profundizar con facilidad hacia el este de la ciudad, en poder de los grupos armados, y lograr próximamente el objetivo, altamente simbólico, de la liberación de la Prisión Central de Alepo, donde algunos centenares de soldados han resistido el cerco y los ataques de los grupos terroristas durante dos años.
El acuerdo de Homs y otros conseguidos en diversas zonas de la provincia de Damasco han servido para desmovilizar a un gran número de combatientes opositores, que buscan ahora su reintegración en la sociedad y la vida civil. Esto muestra que el fracaso de las negociaciones de Ginebra-2 entre la Coalición Nacional Siria, un grupo no representativo compuesto por un conjunto de individuos vendidos a los intereses y los fondos occidentales y de los estados del Golfo, no ha sido en ningún caso un impedimento para la puesta en marcha de procesos de reconciliación sobre el terreno que han resultado ser más efectivos y determinantes.
Los avances del Ejército sirio han venido acompañados de una extensión de las luchas intestinas en Deir Ezzor entre el Frente al Nusra y el Estado Islámico en Iraq y Siria, pese a los desesperados llamamientos del líder de Al Qaida, Aiman al Zawahiri. Este conflicto se ha extendido ahora a la provincia sureña de Deraa como resultado de la intervención de otros países, como Arabia Saudí o Jordania, que tienen distintos objetivos. La primera intentaría llevar a cabo una falsa demostración de que sus protegidos del wahabí Frente Islámico y el Ejército Sirio Libre pueden luchar contra Al Qaida, una afirmación absurda dado que el Frente al Nusra ha sido un aliado de la oposición “moderada” en todos los frentes. Cabe recordar, además, que la oposición armada en Siria está ahora bajo el control de los grupos terroristas vinculados a Al Qaida, según reconocen todos los expertos serios de este fenómeno.
Por su parte, Jordania está inquieta por la extensión del extremismo en su frontera, especialmente después de la reciente incursión de una columna de radicales de Al Qaida, que pretendían presuntamente atacar una base norteamericana en suelo jordano, lo que obligó a la aviación de ese país a intervenir. Los disturbios de Maan, en los cuales participaron miembros del EIIS, han demostrado, por otro lado, que Jordania es un estado muy vulnerable al crecimiento y extensión de los grupos terroristas. El gobierno sirio, por su parte, no parece dispuesto a abrir en este momento el frente sur, en Quneitra y Deraa, especialmente ahora que Jordania ha dejado claro que no desea permitir una ofensiva en el Sur, que muchos medios occidentales y árabes habían profusamente anunciado.
En este ambiente más relajado y de avances del Ejército, se van a producir las elecciones presidenciales fijadas para el 3 de Junio, que llevarán con toda seguridad a la reelección de Bashar al Assad. Aún son posibles más cambios en el intervalo de menos de un mes que falta hasta los comicios, especialmente en Alepo y la Guta Oriental. Estos acontecimientos desmoralizarán aún más a los terroristas y demostrarán que el Ejército sirio y las Fuerzas de Defensa Nacional son capaces de poner fin militarmente a la amenaza terrorista en Siria, hecho éste que beneficiará no sólo a ese país sino al conjunto de Oriente Medio y otras zonas como Europa, donde aumenta la preocupación por el retorno de sus ciudadanos que se fueron a combatir a Siria. Todo ello contribuirá no sólo a facilitar la esperada victoria de Assad en las elecciones sino también a convertirle en el héroe por excelencia de la lucha contra el terrorismo internacional.