Los empleados de los archivos en la provincia de Jilin (noreste de China) han celebrado a su manera el 69º aniversario de la victoria en la Segunda Guerra Mundial.
Los empleados de los archivos en la provincia de Jilin (noreste de China) han celebrado a su manera el 69º aniversario de la victoria en la Segunda Guerra Mundial. A finales de abril, ellos hicieron públicos más de 100.000 documentos que dan testimonio de los actos de crueldad cometidos por el Ejército japonés durante su ocupación de China (1937-1945).
Se trata de cartas, informes, documentos oficiales y registros de conversaciones telefónicas entre los soldados y oficiales del Ejército Imperial japonés en China. Numerosos documentos revelan nuevas informaciones sobre la masacre de Nankín (1937). Los archivos proporcionan asimismo pruebas de la creación por parte del Ejército japonés de una red de “casas de reposo” militares en los territorios ocupados.
Varias cartas y documentos oficiales aportan un testimonio sobre el grado de extrema crueldad de los soldados japoneses hacia los civiles y los prisioneros. Algunos archivos han arrojado luz sobre la Unidad 731, que utilizó a los prisioneros como cobayas en las investigaciones bacteriológicas del Ejército Imperial japonés.
Una red de “casas de confort” desarrollada por Tokio
El contenido de estos documentos sorprenderá ciertamente a más de uno, estima Zhao Yujie, investigadora en el archivo de la provincia de Yilin, que ha participado en la traducción de los documentos del japonés.
Durante la masacre de Nankín, un soldado japonés escribió en su diario personal: “Yo levanté mi espada sobre este hombre (un civil) y vi que sus miembros temblaban. El hecho de matar a alguien es como cortar tofú”.
Otro documento del Cuartel General Imperial japonés que data de febrero de 1938, tiene el título de “Sobre el restablecimiento del orden público en la región administrativa de Nankín”. En su sección 10ª, titulada “Situación concerniente a las estructuras de confort”, sugiere la proporción de “una mujer de confort” en Nankín para cada 178-200 soldados japoneses.
Es así que las autoridades imperiales incitaban a las mujeres chinas a prostituirse para limitar las tensiones creadas por las violaciones y proteger a los soldados de enfermedades venéreas.
Documentos sobre los prisioneros
La ciudad de Changchun, capital de la provincia de Yilin, donde se encuentran los archivos, fue la capital del estado títere de Manchukúo, al noreste de China, que estuvo controlado por el Imperio del Japón. En Julio de 1945, cuando la derrota parecía inminente los militares japoneses decidieron retirarse de la ciudad, pero antes quisieron destruir los archivos. Sin embargo, no lograron hacerlo debido a la amplitud de los mismos. Ellos fueron enterrados bajo tierra cerca de la ciudad de Changchun, pero fueron hallados en 1950.
En los documentos se habla de un campo de prisioneros ingleses y estadounidenses cerca de la ciudad de Mukden (actualmente Shenyang). Bautizado con el nombre del “Auschwitz oriental”, este campo albergaba a unos 2.000 prisioneros, originarios de EEUU, Reino Unido y Holanda. Ellos efectuaban trabajos forzados durante casi 24 horas en canteras y eran maltratados y escasamente alimentados.
Los archivos de Changchun contienen tres documentos sobre este tema, incluyendo la lista de prisioneros de un bombardero estadounidense B-29, que fue abatido en 1944 y el proceso a su tripulación en Mukden.
Los documentos aportan pruebas sobre los tratos crueles reservados a los “espías militares soviéticos” por los japoneses. Según circulares internas, la Unidad 731 del Ejército de Japón transformó a estos militares en cobayas para la experimentación de armas biológicas. Algunos sufrieron vivisecciones sin anestesia o fueron contaminados con la peste, el tifus o el cólera. Otros fueron fusilados.
Japón minimiza su responsabilidad
Según Su Zhiliang, profesor de la Universidad de Shanghai, que está también a cargo de una investigación sobre el problema de las “mujeres de confort” bajo la ocupación japonesa, los 100.000 documentos puestos a disposición de los lectores en Yilin no son más que la milésima parte de los documentos de la época que ocupan los archivos. “Si hacemos públicos todos esos documentos, los crímenes cometidos por los ocupantes japoneses parecerán más horrendos”.
“Con el fin de negar la masacre de Nankin, los japoneses afirmaron hace mucho tiempo que la población de la ciudad era antes de la guerra de sólo 200.000 habitantes”, añade Zhao Yujie. “Sin embargo, los documentos señalan que los japoneses habían calculado que la ciudad tenía un millón de habitantes antes de la masacre”. Según los documentos de los archivos, en el transcurso de los seis meses que siguieron a la entrada de las tropas japonesas en la ciudad, en 1937, unos 340.000 civiles chinos fueron asesinados.
En los años noventa, el gobierno japonés presentó oficialmente sus excusas a todas las mujeres chinas y coreanas convertidas en prostitutas por el Ejército japonés, pero China y Corea del Sur juzgaron tales excusas como insuficientes y pidieron compensaciones por los prejuicios sufridos por las prisioneras y esclavas sexuales.
En febrero de este año, 37 mujeres chinas, incluyendo parientes de las víctimas de trabajos forzados presentaron una demanda colectiva a las sociedades Mitsubishi Materials y Nippon Cocke & Engeneering pidiendo una compensación de un millón de yuanes (unos 163.000 dólares) para cada demandante.