La Prisión Central de Alepo ocupa ahora un papel histórico en la guerra de Siria.
La Prisión Central de Alepo ocupa ahora un papel histórico en la guerra de Siria. Este viejo edificio resistió durante más de un año el asedio de grupos terroristas y repelió decenas de ataques con éxito. Durante meses, sus ocupantes sufrieron hambre y sed y se convirtieron en una leyenda en Siria.
A finales de 2012, hombres armados lograron controlar la Escuela de Infantería en el norte de Alepo, que estaba considerada como la primera línea de defensa del Ejército contra ataques de los militantes procedentes de la parte norte de Siria. Esto dejó a la Prisión Central aislada. Al mismo tiempo. ésta se convirtió en uno de las más importantes puntos de vigilancia de los movimientos de los terroristas en sus alrededores. Desde desde ella se dominaba también una de las rutas más importantes de suministros desde la frontera turca a la ciudad de Alepo.
Con el paso de los días, los insurgentes comenzaron a estrechar el cerco de la prisión, que albergaba a unos 4.500 presos y a varios cientos de guardias.
Algunas semanas después de la caída de la Escuela de Infantería los grupos armados lograron el control del campo de Handarat situado frente a la prisión. “Las líneas de comunicación entre la prisión y la ciudad de Alepo fueron cortadas y la prisión quedó cercada por todos los lados”, dijo uno de los guardias al diario As Safir.
“Sentíamos el peligro aproximarse”, dijo. “Fue entonces cuando se empezó a hablar de una posible acción militar para reabrir la ruta a la prisión”. Un ataque del Ejército contra el campo de Handarat le devolvió el control del mismo así como el edificio del Hospital Al Kindi, que había sido sometido a un saqueo por parte de los militantes armados. Sin embargo, en abril de 2013, el Frente al Nusra y el Frente Islámico volvieron a capturar el campo de Handarat. El Hospital Al Kind quedó cercado y el asedio a la prisión se intensificó. El abastecimiento por aire resultaba imposible por la exposición de los helicópteros o aviones al fuego enemigo si se acercaban demasiado a la prisión y también por la incapacidad de los asediados para moverse e ir a buscar los suministros fuera del perímetro de la instalación.
En el verano de 2013, el combustible comenzó a agotarse. Luego el agua fue cortada así como el suministro eléctrico que permitía mantener a las bombas de extracción de agua subterránea en funcionamiento. La comida y las medicinas también empezaron a disminuir. Muchos de los presos no pudieron así recibir las medicinas para sus enfermedades, como la diabetes o los problemas cardiovasculares. Con la intensificación del bloqueo, los responsables de la prisión comenzaron a llamar a organizaciones internacionales para pedir ayuda, pero ninguna acción fue emprendida por estas últimas. Algunos presos perdieron la vida debido a la falta de medicinas.
A todo esto hay que sumar el inicio de numerosos ataques y tentativas de asalto de los militantes contra la prisión con el fin de controlarla y liberar a los presos pertenecientes a sus organizaciones que en ella se encontraban. Los ataques fueron acompañados de ataques con cohetes y la explosión de coches bomba. En total, ellos causaron la muerte de unos 150 defensores que fueron enterrados en el patio de la prisión, que se convirtió así en un cementerio improvisado.
Sin embargo, centenares de terroristas cayeron en estos ataques. Los defensores disponían de lanzagranadas y ametralladoras pesadas que sembraron la muerte en las filas de los atacantes.
A finales de 2013, los grupos armados tomaron de nuevo el control del edificio del Hospital Al Kindi y situaron allí ametralladoras con las que abrieron fuego contra la prisión.. Al mismo tiempo, los ataques con coches bomba se sucedieron y causaron la destrucción, por primera vez, de un muro de la prisión, pero los defensores fueron capaces de erigir obstáculos en el hueco y lo taponaron.
Los medios afines a los opositores sirios en el extranjero difundieron entonces falsas noticias sobre la toma de la prisión por parte de los militantes armados. La Coalición Nacional Siria publicó incluso una declaración felicitando a los grupos armados por este “logro de la toma de prisión y la liberación de los preos”. Sin embargo, la realidad era otra y la prisión continuó resistiendo.
Entre las razones para esta resistencia, explica una fuente, está la solidez de la prisión que fue construida en la década de los sesenta del pasado siglo con materiales duros y resistentes como piedra y hormigón armado. Cada ala de la prisión está separada de las otras por muros de acero. Por otro lado, los defensores fueron bien distribuidos en posiciones desde las que dominaban todas las vías de acceso al edificio.
La semana pasada el Ejército sirio se aproximó por fin a la prisión y el sonido de los tanques y los disparos causó una gran alegría entre los sitiados, que veían, por fin, una luz en el horizonte tras meses de hambre, sed y privaciones de todo tipo. Pocos días antes de la liberación un fuerte bombardeo de la artillería y la aviación destruyó las posiciones de los grupos armados en el exterior de la prisión matando a decenas de sus miembros y obligando a los terroristas supervivientes a emprender la huida.
Poco después, las tropas de élite del coronel Hassan Suhail “el Tigre” llegaron a las puertas de la prisión y los camiones con víveres y medicinas entraron en ella después de que las unidades de ingenieros hubieran desmantelado las bombas y artefactos dejados por los grupos terroristas en las inmediaciones del recinto.
Ahora los defensores y los presos están a salvo. “Tomamos esta mañana (del jueves 22 de mayo) el desayuno con los soldados que llegaron”, dijo uno de los guardias de la prisión. El gobierno sirio ha ordenado que todos los defensores se preparen para abandonar la prisión y se tomen un permiso para visitar a sus familiares.
“Fue un año demasiado largo. Creo que mi hijo ya habrá crecido mucho. Como lo hecho de menos”, dijo uno de los guardias. Muchos de los presos, que tomaron también parte en la defensa del recinto han recibido también permiso para visitar a sus familias. “Hemos ganado y aguantado. Iremos a ver a los nuestros y luego regresaremos”, señaló uno de ellos.