La OTAN llevó a cabo recientemente maniobras militares en Estonia, que incluyeron a unos 6.000 soldados de nueve países aliados.
Como parte de un esfuerzo para fortalecer las defensas de su flanco oriental, la OTAN llevó a cabo recientemente maniobras militares en Estonia, que incluyeron a unos 6.000 soldados de nueve países aliados.
Los ejercicios denominados Steadfast Javelin 1, que comenzaron el viernes y continuarán durante la semana, están basados en un escenario ficticio en el que las fuerzas aliadas repelen un ataque sobre Estonia, según la OTAN.
En las maniobras participaron unidades de infantería y reconocimiento, ingenieros, aviones y equipos antiaéreos así como aviones y equipos de ciberguerra. Los ejercicios iban dirigidos, sin duda, contra Rusia, país al que Occidente acusa de fomentar las tensiones en la región tras la adhesión de Crimea.
Hans-Lothar Domröse, jefe del Mando Conjunto Aliado, dijo en una declaración: “No hay duda de que la Alianza es fuerte y que la OTAN tiene la resolución necesaria para asegurar a sus miembros que el Tratado de Washington continúa ocupando un lugar central en nuestras acciones”.
Las tropas en el ejercicio provenían de Bélgica, Dinamarca, Estonia, Francia, Letonia, Lituania, Polonia, Reino Unido y EEUU. Alemania no quiso participar en las maniobras y algunos críticos en Europa Oriental han expresado su frustración con ese país del que dicen que no hace lo suficiente para asegurar su apoyo a los aliados en el Este.
Desde la adhesión de Crimea a Rusia, la OTAN ha reforzado su presencia en Europa del Este. La Alianza ha anunciado un paquete de medidas extraordinarias, que incluyen la expansión de sus patrullas aéreas y navales y el despliegue de tropas terrestres en los Países Bálticos.
Sin embargo, según los expertos, la única forma de proteger a los Países Bálticos es mediante vías diplomáticas y políticas y no militares.
Desde una perspectiva histórica, la opción militar no es realista y la razón es que dichos países son indefendibles desde ese punto de vista. Rusia tiene 2,8 millones de soldados. Y la población de Letonia es de 2 millones. La idea de que la OTAN pueda fortificar la capital de Letonia, Riga, hasta el punto de convertirla en inexpugnable frente a una intervención militar rusa es un completo despropósito, sin contar con que los costes de tal política sería prohibitivos.
En realidad, la OTAN no es ya una alianza defensiva y la falsa narrativa sobre una amenaza rusa está siendo utilizada como justificación para el incremento de los gastos militares en beneficio de las compañías de armamento estadounidenses.
Existe otro factor económico en esta cuestión. Una política anti-rusa puede dañar de forma grave las economías de los estados bálticos, que experimentan ahora una tímida recuperación tras la crisis de 2008. Desde el inicio de la crisis de Ucrania, el tráfico de mercancías rusas opera con lentitud y algunas empresas de los Países Bálticos se han visto obligadas a despedir personal o simplemente cerrar sus puertas.
Según el corresponsal de La Voz de Rusia, Vitali Fotin, “existe un hecho que la historia oficial de las repúblicas bálticas tiende a ignorar. Esto es que el desarrollo económico de estos países depende directamente y dependerá siempre de Rusia. Desde la época de Pedro el Grande, esta región ha sido una zona de tránsito para su vecino del Este, a pesar de la incorporación de Estonia, Letonia y Lituania a las alianzas y bloques anti-rusos.
Las recientes sanciones aprobadas por la UE contra Rusia han afectado ya a los estados bálticos. En efecto, la mayor parte de las mercancías que circulan por los puertos de Riga, Tallin y Vilnius es de origen ruso. El gobierno de Lituania ha reconocido que las operaciones de exportación y reexportación en dirección a Rusia han quedado suspendidas a través del puerto de Klaipeda, lo que representa la pérdida de un tráfico de 1 millón de toneladas.
Esto es más grave en el caso de Letonia, que está prácticamente especializada en el tránsito de productos rusos. Las exportaciones letonas podrían caer hasta en un 20%, declaró el ministro letón de transporte, Viacheslav Dombrovski. “Hay razones para pensar que esta caída perdurará de todas formas. Está claro que los productos que exportamos a Rusia disminuirán en cantidad y se convertirán en más caros. Esto tendrá por consecuencia una bajada de la demanda rusa.
Los Países Bálticos buscan otros mercados para sus productos, pero los expertos creen que el sector agrícola de esos países no es competitivo frente a los productores europeos y que Europa no tiene necesidad de tales productos.
Elina Eglé, ex presidenta de la Confederación de Empresarios Letones, aboga por conservar los vínculos económicos con Rusia. “Aunque Rusia no es un vecino para la mayor parte de países de la UE, sí es, sin embargo, un gran socio comercial para Letonia”, señaló.