El jefe de Estado Mayor de las fuerzas armadas iraníes, general Hassan Fîruzabadi, ha puesto en guardia a las autoridades saudíes en contra de la ejecución del religioso saudí, Nimr Baker al Nimr.
El jefe de Estado Mayor de las fuerzas armadas iraníes, general Hassan Fîruzabadi, ha puesto en guardia a las autoridades saudíes en contra de la ejecución del religioso saudí, Nimr Baker al Nimr, que ha sido condenado a muerte este año después de haber sido herido de bala y arrestado el 8 de julio de 2012.
“Varias informaciones preocupantes llegan de Arabia. Parece excluido que un país como Arabia Saudí, que dispone de gobernantes sabios, pueda decretar una condena a muerte contra un prominente religioso shií, Sheij Nimr. No hay nada positivo para un país musulmán en hacer correr la sngre de un religioso shií”, dijo el militar iraní.
Fîruzabadi añadió que si tal condena a muerte era aplicada, esto irritaría a millones de musulmanes de todo el mundo y esto costaría caro a Arabia Saudí.
“Esperamos que el tribunal revise su sentencia injusta y que suscita la discordia”, afirmó.
En 2013, un tribunal saudí acusó a este religioso de herejía, de atizar la discordia confesional, de reunirse con buscados por la justicia e incitar a la violencia. Él negó todas las acusaciones y acusó a las autoridades de inventarlas.
El fiscal general ha exigido como sentencia su crucificixión, lo que equivale primero a su decapitación, seguida por el arrastramiento del cadáver y luego su crucifixión.
Estos métodos recuerdan los utilizados por los grupos vinculados a Al Qaida en Siria, el Estado Islámico en Iraq y Siria y el Frente al Nusra, que pertenecen a la misma escuela que el régimen saudí, es decir al wahabismo.
Según la familia del religioso saudí, cuyo testimonio ha sido transmitido por Human Rights Watch, él se halla encarcelado en una celda individual. Él fue herido por cuatro balas durante su arresto y no recibió la atención médica necesaria. Tres balas le atravesaron, pero una continúa alojada en su cuerpo. Ella le ha roto un hueso y le ha dejado en unas condiciones de minusvalía.
En 2011 comenzaron las protestas en el reino saudí, en especial en Qatif, para exigir reformas políticas en esta monarquía absoluta gobernada con una mano de hierro por la familia Al Saúd desde hacer más de un siglo. Ellos han reprimido a sangre y fuego las protestas, y un apagón informativo ha sido impuesto.
Riad acusa a Irán de apoyar a los grupos shiíes en Arabia Saudí. Esta alegación ha sido desmentida por Teherán, que afirma que el gobierno saudí la utiliza como pretexto para no atender las reivindicaciones y cambios que la población reclama.