La Resistencia ha desarrollado un nuevo sistema de túneles subterráneos, similar a la tela de una araña, equipados con todo lo que es necesario para varios meses.
La invasión terrestre es el auténtico significado de la guerra, especialmente si ambos lados se enfrentan directamente. Pero las facciones de la Resistencia palestina y los ocupantes israelíes tienen diferentes objetivos en Gaza. El objetivo de la Resistencia es infligir las mayores pérdidas posibles al enemigo y capturar soldados israelíes. La preocupación de Israel es destruir los túneles subterráneos e intentar impedir a la Resistencia lanzar cohetes, según indican las directrices del liderazgo político y militar israelí. Esto debe de hacerse además rápidamente y con pocas bajas. Sin embargo, parece que esto no será posible.
La Resistencia tiene sus propias tácticas y cálculos a la hora de afrontar la realidad del terreno. Ella ha desarrollado un nuevo sistema de túneles subterráneos, similar a la tela de una araña, equipados con todo lo que es necesario para varios meses además de una red de comunicaciones propia y otra detrás de las líneas enemigas. Esto ha llevado a algunos israelíes a afirmar que se trata de “una guerra fantasma donde nadie puede ver quien está disparando y desde donde”.
Lo que ha ocurrido después de que el gobierno israelí lanzara la operación terrestre “limitada” puede ser visto como una maniobra para tantear el terreno y ejercer presión política y psicológica sobre la Resistencia y sus apoyos. En la primera noche del ataque, no hubo intentos de llevar una invasión en gran escala como se esperaba de las noticias sobre la llamada a filas de 18.000 reservistas. Lo que ocurrió fue una incursión desde tres direcciones en el norte de Gaza (Beit Lahia y Beit Hanun), el sur (el destrozado aeropuerto de Rafah) y el área central.
Fuentes que prefieren permanecer anónimas confirmaron que durante años la resistencia se ha estado preparando para esta confrontación con el enemigo israelí “en términos de tácticas, el principio de sorpresa y las emboscadas.” Dado que gran parte de Gaza es un terreno urbano y densamente poblado será difícil para los israelíes, y muy costoso, llevar a cabo cualquier avance.
Algunos observadores militares afirman que la operación israelí es limitada y durará entre una semana o diez días. Lo limitado de la operación es fruto “de que los israelíes son conscientes de la naturaleza geográfica de la Franja de Gaza y su temor a verse arrastrados a una guerra de guerrillas dentro de las ciudades y los campos de refugiados”. Lo que complica más las cosas para los israelíes es que los residentes se niegan a abandonar sus viviendas en respuesta a los folletos lanzados por los aviones israelíes. Esto hace más difícil para el Ejército israelí aplicar una política de tierra quemada.
Los israelíes buscan destruir viviendas y llevar operaciones con bulldozers en lo que parece dicha política de tierra quemada con el fin de despejar un área y localizar los túneles subterráneos.
“Los israelíes no podrán alcanzar sus objetivos declarados de destruir los túneles subterráneos o incluso su objetivo oculto de acabar con la Resistencia en un área de 365 kms cuadrados habitado por dos millones de personas”, señala el general de Brigada libanés Yusuf al Sharqawi. Por su parte, la Resistencia subrayó la necesidad de que la población permanezca firme tanto como sea posible mientras ataca al enemigo en los frentes avanzados causando bajas en sus filas.
Sharqawi dijo que el Ejército israelí ha recurrido a una invasión terrestre porque su aviación fue incapaz de lograr sus objetivos y en primer lugar detener el lanzamiento de misiles palestinos.
Hasta el momento de escribir este reportaje parece que la Resistencia ha utilizado el método de emboscadas con explosivos, que han causado la muerte a al menos 13 soldados israelíes, aunque Hamas eleva esta cifra hasta los 32. La Resistencia ha capturado también a un soldado israelí.
Al Akhbar