En Israel, la disidencia contra la guerra de Gaza es reprimida con dureza. Los pocos que se atreven a hablar son objeto de hostigamiento, intimidación o pierden sus empleos.
En Israel, la disidencia contra la guerra de Gaza es reprimida con dureza. Los pocos que se atreven a hablar son objeto de hostigamiento, intimidación o pierden sus empleos. La izquierda israelí ha prácticamente desaparecido.
El de Gaza ha sido el conflicto más mortal en años. Más de 1.960 palestinos resultaron muertos y 67 soldados israelíes fallecieron luchando en lo que muchos israelíes ven ya como una guerra inganable.
Sin embargo, la única manifestación significativa en Israel hasta ahora tuvo lugar el jueves para pedir la continuación de la guerra de Gaza.
El periódico liberal israelí Haaretz condenó el viernes lo que calificó de “caza de brujas” contra izquierdistas y miembros de organizaciones civiles después de que el director de la Administración del Servicio Nacional, Sar-Shalom Jerbi, dijera al grupo de derechos humanos B´Tselem que iba a ser incluido en una lista negra como empleador.
“Me siento obligado a ejercitar mi poder y detener la asistencia del Estado a una organización que trabaja contra el Estado y contra los soldados que están ofreciendo heroicamente sus vidas para proteger la seguridad y el bienestar de todos los ciudadanos”, escribió Jerbi en una carta.
Él acusó a B´Tselem de “diseminar mentiras y calumnias, poner en peligro al Estado y publicar información que anima a los enemigos de Israel y lleva a violentos ataques antisemitas contra los judíos en todo el mundo”.
El grupo pro-derechos derechos humanos denunció esta medida como un ataque contra la democracia y pidió a sus partidarios que firmen una petición online en favor de la libertad de expresión y opinión.
Yizhar Beer, del Centro Keshev para la Protección de la Democracia, dijo que nunca ha sido más difícil ser una voz disidente en un país cuya propaganda trata de presentarlo como la “única democracia” en Oriente Medio.
Apoyo abrumador a la guerra
La opinión pública israelí apoya abrumadoramente la guerra. Una encuesta llevada a cabo por el Instituto de Democracia en Israel el pasado mes dijo que el 95% de los judíos israelíes apoyaban la ofensiva contra Gaza.
En un país donde el servicio militar es obligatorio, casi todos tienen parientes o amigos en el Ejército.
Sin embargo, las visiones triunfalistas han quedado sepultadas por el fracaso militar en Gaza y la continua caída de cohetes y misiles de represalia lanzados por las facciones de la resistencia palestina desde la Franja de Gaza.
Estos cohetes han atormentado a millones de israelíes y generado una situación de miedo y pánico en las colonias cercadas a Gaza.
Los medios israelíes han apoyado la ofensiva israelí casi sin excepción, han ignorado las muertes de los palestinos y exagerado el sufrimiento de los israelíes.
Acusaciones de traición
Los pocos israelíes que han hablado contra la guerra o la política militarista del régimen israelí son amenazados o denunciados como traidores, tal como ocurría en la Alemania nazi o en el Japón militarista.
Después de que el comentarista de Haaretz, Gideon Levy, acusara a los pilotos de la Fuerza Aérea de perpetrar “los actos más crueles y despreciables contra la población más débil e indefensa”, el diario le contrató guardaespaldas.
Varios lectores cancelaron sus suscripciones, Levy recibió insultos por la calle y el portavoz del gobierno, Yariv Levin, le acusó de “mentiroso” y de ser “el portavoz del enemigo” y añadió que debería ser juzgado por traición.
“Nunca había visto una reacción tan agresiva”, dijo Levy a AFP en su oficina en Tel Aviv, lejos de los cafés donde ha sido insultado.
“A nadie le importa aquí el sufrimiento de Gaza. Si te atreves a expresar empatía, eres un traidor”, dijo.
Algunos israelíes que criticaron la ofensiva, incluso en sus cuentas privadas de Facebook, hacen frente a represalias laborales. Una enfermera árabe israelí fue suspendida de empleo. Otro árabe israelí fue despedido, señala AFP.
“Existe un alto nivel de intimidación que mantiene a muchas personas calladas”, dijo Steven Beck, de la Asociación para los Derechos Civiles en Israel al ser preguntado por AFP por que no ha habido más protestas.
Él comparó la atmósfera al período que precedió al asesinato del primer ministro Yitzhak Rabin, abatido por un judío extremista en 1995.
“Las cosas que antes causaban sorpresa ahora se han convertido en normales. Ahora el péndulo apunta hacia el extremismo de manera total”, dijo Beck.
Para Beer, el crecimiento del extremismo está vinculado al de la derecha religiosa, las comunidades ultraortodoxas y el poderoso movimiento de los colonos y a la expansión de los asentamientos en Cisjordania.
“La sección extremista de la sociedad israelí ha secuestrado al Estado de Israel”, dijo.
De este modo, los israelíes que apoyan la paz se sienten ahora perseguidos e indefensos.