Los estados del Golfo parecen haber reaccionado con cierto nerviosismo teniendo en cuenta que han sido durante muchos años las principales fuentes de financiación de este tipo de organizaciones.
Tras el inicio de los ataques aéreos norteamericanos contra el grupo terrorista Estado Islámico en el norte de Iraq, y la aprobación por el Consejo de Seguridad de la ONU de una resolución contra la financiación del EI y el Frente al Nusra, los estados del Golfo parecen haber reaccionado con cierto nerviosismo teniendo en cuenta que han sido durante muchos años las principales fuentes de financiación de este tipo de organizaciones terroristas, tanto a nivel de gobiernos como de donantes privados.
El Estado Islámico ha sido recientemente incluido en la lista de grupos terroristas del Consejo de Seguridad mientras que el Frente al Nusra fue añadido a principios de este año.
La ONU ha colocado recientemente a dos saudíes y dos kuwaitíes en su lista negra por financiar el terrorismo. Uno de los kuwaitíes es el conocido clérigo Sheij Hayyay Bin Fahd Al Aymi, que ha sido acusado de mantener vínculos con el Frente al Nusra, vinculado a Al Qaida. Él fue arrestado el míercoles en el Aeropuerto de Kuwait a su regreso de Qatar. Él ha viajado regularmente de Kuwait a Siria para transportar fondos para el Frente al Nusra y reclutar a kuwaitíes para unirse a dicha organización.
El ministro de Justicia de Kuwait, Nayef al Aymi, fue obligado a dimitir en mayo después de que Washington le acusara también de financiar a estos dos grupos extremistas.
Por su parte, los dos saudíes, Abdul Mohsen Abdulá Ibrahim al Sharej y Abdelrahman Muhamnad Zafir al Yahani, habían estado en una lista de buscados desde 2009 y 2011 respectivamente. Sin embargo, según el Observatorio Sirio pro Derechos Humanos, con sede en Londres, Sharej falleció en marzo en un combate con el Ejército sirio cerca de Latakia.
Los gobiernos de Arabia Saudí y Kuwait han publicado declaraciones sobre su disposición a cumplir la resolución de la ONU sobre la financiación de grupos terroristas, aunque el gobierno saudí ha matizado que podría continuar apoyando a terroristas, a los que califica de “moderados”, en Siria, como el Ejército Sirio Libre o el Frente Islámico.
“Kuwait respetará la Resolución de la ONU 2170 y cumplirá con sus términos”, dijo el embajador kuwaití en la ONU, Mansur Ayyad al Otaibi, en una declaración a la agencia de noticias KUNA el sábado.
Arabia Saudí, Kuwait y los Emiratos Árabes Unidos han reforzado recientemente las leyes dirigidas a impedir a sus ciudadanos implicarse en conflictos extranjeros, que incluyen ahora castigos como la pena de muerte y cadena perpetua para estos delitos. También han dado instrucciones a los predicadores de las mezquitas para que apoyen las políticas del gobierno en este tema durante sus sermones. Kuwait ordenó el pasado año el cierre de dos organizaciones caritativas por su implicación en la financiación del terrorismo.
Qatar tampoco se ha librado de las críticas internacionales. El pasado 20 de agosto, un ministro alemán apuntó con el dedo al emirato como el país que ha financiado al grupo terrorista Estado Islámico en Iraq en una entrevista difundida el miércoles. “Un tema como éste tiene una historia detrás”, declaró el ministro de Ayuda al Desarrollo, Gerd Müller, en una entrevista con el canal alemán ZDF. “¿Quién financia a estos combatientes? Yo pienso en Qatar”.
El paraíso financiero del terrorismo
En realidad, el Estado Islámico y el Frente al Nusra fueron capaces de crecer durante años gracias a las donaciones de los aliados de EEUU en el Golfo Pérsico. Andrew Tabler, experto del Washington Institute for Near East Policy, ha señalado que “el sistema bancario de Kuwait y sus operadores han sido un gran problema porque ellos son un gran conducto de dinero para grupos extremistas en Siria y ahora en Iraq”.
Los kuwaitíes a veces recogen fondos de donantes en otros estados árabes del Golfo y el dinero viaja a menudo a través de Turquía o Jordania antes de alcanzar su destino en Siria, señaló un reciente informe del Brooking Center in Doha.
Siria ha sido víctima de esta política y el ex primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, denunció también durante años la implicación de Arabia Saudí y Qatar en la financiación al terrorismo en Iraq. Sin embargo, este fenómeno fue tolerado o incluso fomentado durante años por EEUU y otros países occidentales siempre y cuando el terrorismo estuviera dirigido contra el eje de la resistencia, principalmente Irán o Siria, o a crear una división entre sunníes y shiíes con el fin de debilitar a los estados árabes de la región.
Los propios gobiernos del Golfo han estado implicados en la financiación de los falsamente llamados “moderados” en Siria, que eran simplemente terroristas moldeables a las directrices de sus patrocinadores. Sin embargo, esto ha llevado paradójicamente a un choque entre los propios beneficiarios de estos fondos, especialmente cuando el EI ha entrado en conflicto con los otros grupos terroristas en Siria. El enfrentamiento entre estos grupos ha causado más de 6.000 muertes en Siria, la gran mayoría combatientes, en lo que va del año 2.014.
Sin embargo, con su ofensiva en Iraq el EI ha logrado al menos 430 millones de dólares al saquear el principal banco de Mosul, lo cual redujo su dependencia del dinero del Golfo. Más tarde, el grupo penetró en el Kurdistán iraquí, una entidad que EEUU tiene un especial interés en proteger. Todo ello llevó al EI a entrar en conflicto directo con los intereses occidentales.
El efecto boomerang
Otra razón, además de las presiones exteriores que podría llevar a un endurecimiento de la postura de los países del Golfo hacia la financiación del EI son las amenazas formuladas por éste contra los regímenes monárquicos absolutistas de la región, donde paradójicamente se encuentran, como se ha dicho, sus principales redes de financiación.
El EI ha advertido, en este sentido, que atacará los países árabes que alberguen a militares estadounidenses. “El Estado de Kuwait será el primer objetivo de esta campaña”, señaló una declaración reciente de la organización. Ésta ha publicado tuits en su sitio oficial en Twitter en los que afirma que “tenemos una cuenta que saldar con EEUU”.
El EI afirma en su cuenta, que tiene 6.260 seguidores, que atacará el Estado de Kuwait por albergar a 12.000 militares estadounidenses en un mensaje publicado por indicación del líder de la organización Abu Bakr al Bagdadi. “Podemos acceder fácilmente a los países del Consejo de Cooperación del Golfo”, señala la declaración. “Podemos llegar a Kuwait. EEUU vendrá a por nosotros allí y tendremos la oportunidad de luchar y vengarnos de los norteamericanos”.
El régimen saudí teme, por su parte, la expansión de las actividades del EI al reino. Este año, Riad declaró al Estado Islámico y el Frente al Nusra organizaciones terroristas e impuso penas de prisión a aquellos que les proporcionen apoyo moral o material. También ha movilizado a sus clérigos para que prediquen en contra de las donaciones privadas a estos grupos.
El EI comparte con el régimen saudí su ideología, es decir, el wahabismo. Sin embargo, el EI considera al régimen saudí como corrupto y vendido a potencias extranjeras y trata de imponer su propia visión extremista como ley, lo cual hace inevitable un choque entre ambos. En sus escritos, el fundador del EI y autoproclamado “califa”, Abu Bakr al Bagdadi, habla de su intención de difundir el wahabismo y revivir las acciones y el pensamiento de la generación fundadora de este movimiento, en el s. XVIII, lo que no es obviamente del agrado de la familia Al Saúd, que ostenta el monopolio religioso y trata de legitimar su dominio absolutista del país en base a la religión.
En este sentido, la expansión del EI más allá de los países donde se suponía que debía actuar (Siria e Iraq) supone otro ejemplo más de como el terrorismo se ha vuelto un fenómeno incontrolable que acaba por volverse, como un boomerang, contra aquellos que lo promovieron y alimentaron para buscar sus propios intereses.