La situación en Yemen ha experimentando un gran cambio en las últimas horas después de que los huthis, un grupo shií que deriva su nombre de su líder, Abdul Malik al Huthi.
La situación en Yemen ha experimentando un gran cambio en las últimas horas después de que los huthis, un grupo shií que deriva su nombre de su líder, Abdul Malik al Huthi, y que está encuadrado dentro del partido Ansar ul Lah, tomaran la capital, Sanaa, y los edificios oficiales en la misma. Este hecho ha venido a significar que los huthis han llegado a destruir la configuración creada por los estados del Golfo, con la colaboración de EEUU, tras la dimisión del ex presidente Ali Abdulá Saleh como resultado de una revolución popular.
Tras más de un mes de crisis política y protestas contra la corrupción y el alza de los precios del combustible, que supuso un duro golpe a la población yemení, el domingo los huthis tomaron el control total de la capital, Sana, donde se apoderaron de las sedes del gobierno y la presidencia, el Ministerio de Defensa y el Cuartel General del Ejército, varios otros ministerios, el edificio de la radio y la televisión y el Banco Central. Los huthis tomaron también el cuartel general de la 1ª División Acorazada, cuyo jefe, el mayor general Ali Mohsen al Ahmar, logró escapar. La huida de Al Ahmar es especialmente importante, ya que él era el hombre fuerte del país desde los tiempos del presidente Saleh. La toma del cuartel se produjo tras 24 horas de combates, que produjeron decenas de muertos.
El rápido colapso de las instituciones militares y estatales en Sanaa sorprendió a muchos observadores y mostró la desintegración de las élites gobernantes del país. Poco después de la toma de la capital, el primer ministro Mohammed Saleh Basedawa presentó su dimisión y criticó la gestión del presidente Abed Rabbo Mansur Hadi, al que acusó de actuar sin el consentimiento del gobierno.
Los huthis tomaron también la Universidad de Sanaa, donde se produjeron combates con miembros del Partido Islah, vinculado a los Hermanos Musulmanes. Abdel Mayid al Zindani, uno de los líderes del partido, emprendió la huida. Los huthis tomaron las oficinas del partido en el norte de la capital y el Hospital de Ciencia y Tecnología, vinculado a los líderes del Islah, fue evacuado a petición de aquellos.
Acuerdo de gobierno
Sin embargo, quedó claro que los huthis no buscaban tomar el control del país sino devolver el poder al conjunto del pueblo yemení. Un acuerdo de paz y de reparto de gobierno fue firmado entre todas las partes, incluyendo el presidente Hadi, y en presencia del enviado de la ONU para Yemen, Yamal Benomar. Este acuerdo implica un completo cambio en el equilibrio de poder en favor de los huthis y de otras fuerzas como el Movimiento del Sur, que busca mayores competencias para esta región que fue durante varias décadas independiente.
El acuerdo estipula la formación de un gobierno de tecnócratas en los próximos meses, la reducción de los precios del combustible y el nombramiento de dos consejeros presidenciales, uno que represente a los huthis y otro al Movimiento del Sur.
Consecuencias internacionales
La victoria de los huthis significa también una derrota de los Hermanos Musulmanes y del partido Islah, que se enfrentó militarmente a los huthis en la capital, pero fue vencido. Esto llevará a una caída de la influencia de Qatar y Turquía en el país.
Por su parte, Arabia Saudí, que protagonizó en 2010 un enfrentamiento armado con los huthis en la frontera entre ambos países, parece resignada, según señala el periódico libanés Al Akhbar, al cambio de escenario en Yemen. Al menos esto es lo que sugiere el reciente encuentro entre el ministro de Exteriores de Irán, Mohammad Yavad Zarif, y de Arabia Saudí, Saúd al Faisal, en Nueva York. Durante el encuentro, Faisal se mostró complaciente y enfatizó su deseo de cooperar con Irán y evitar los errores del pasado. También invitó a Zarif a visitar Arabia Saudí en el mismo momento en el que las fuerzas de Ansar ul Lah estaban tomando el control de la capital yemení.
Los dirigentes saudíes, una monarquía absoluta sin raíz popular, temen probablemente que el ejemplo de Yemen cunda en su propio suelo y las consecuencias de su pérdida de influencia en ese país. Yemen ha sufrido durante años la política saudí de debilitar a su vecino. La estrategia saudí consistió en financiar a los grupos salafíes, algunos de los cuales han derivado hacia el terrorismo, y a personalidades afines. Fruto de estas políticas ha sido el incremento en Yemen de la presencia de Al Qaida y el deterioro de la seguridad y de la situación económica. Sin embargo, la política saudí de dar dinero a estos grupos y comprar lealtades de figuras políticas yemeníes al final no ha funcionado y ahora Riad ha visto como lo que había calificado de fuerzas “pro-iraníes”, comprometidas con la defensa de las causas populares, han tomado el control de Sanaa.
Existe también una preocupación en EEUU y algunos países occidentales después de que sus expertos hayan dictaminado que la victoria de los huthis en Yemen tendrá grandes consecuencias para la región. Tras la toma de Sanaa, un responsable estadounidense dijo a la CNN que Irán es ahora la “superpotencia regional” con la que todos tienen que contar. La influencia de Irán, según él, se extiende ahora desde Iraq y Siria, viejos aliados de Teherán, hasta el Líbano, Gaza y Yemen. Irán posee ahora un control directo o indirecto del Estrecho de Ormuz y el de Bab el Mandel, dos vías marítimas fundamentales para la economía mundial. Los recientes gestos de EEUU hacia Irán, incluyendo sus presiones a los saudíes para que lleguen a acuerdos con Teherán a fin de solucionar las crisis de la región, son una buena muestra de que Washington ha tomado buena nota de los acontecimientos de Yemen.
En este sentido, Irán ha cosechado los frutos de su política desde la Revolución Islámica, que le ha llevado a aliarse con los pueblos oprimidos de la región y con las fuerzas que buscan la libertad e independencia de sus países frente a la agresión israelí y los intentos sionistas y occidentales de recolonizar Oriente Medio. A diferencia de los saudíes, Irán no busca comprar lealtades con dinero, sino establecer profundas alianzas a largo plazo en base a objetivos comunes. Irán ha buscado comunicarse con todas las partes del conflicto en Yemen y promover acuerdos entre ellas con vistas a estabilizar el país.
Para muchos observadores, los huthis se han convertido ahora en otro Hezbolá y han creado en Yemen una situación similar a la del Líbano. Ambos movimientos han ido creciendo en fuerza y popularidad en los pasados años. Ellos han manifestado su influencia sin ningún intento de apoderarse del poder y han tomado en sus manos la defensa de las aspiraciones y de los derechos legítimos de la mayoría de la población y, en primer lugar, el logro de la justicia social y la independencia nacional.
El beneficio más importante de los actuales acontecimientos en Yemen será, sin embargo, para los propios yemeníes, que tras medio siglo de dominación occidental y saudí podrán ahora ser los dueños de sus recursos y su futuro.