Las crecientes divergencias entre EEUU y Turquía sobre Siria y la guerra contra los terroristas hacen que algunos cuestionen si ambos países son aún aliados.
Las crecientes divergencias entre EEUU y Turquía sobre Siria y la guerra contra los terroristas hacen que algunos cuestionen si ambos países son aún aliados, señaló un artículo publicado el pasado 29 de Octubre por el diario The Washington Post.
La negativa de Turquía a permitir a EEUU utilizar sus bases para lanzar ataques contra el EI, la forma de llevar a cabo la batalla contra este grupo en Kobani y las declaraciones anti-estadounidenses de altos responsables turcos han puesto de relieve las profundas diferencias entre los dos países.
Las divergencias son de una dimensión estratégica. “Turquía tiene una posición estratégica inigualable para enfrentarse al EI debido a su frontera de 1.300 kms con Siria e Iraq. Sin la cooperación de Turquía ninguna política norteamericana dirigida a traer la estabilidad a la región puede tener éxito, según analistas y responsables de los dos países”, señala el Post. “Si Turquía no es un aliado, entonces nosotros y EEUU estaremos en problemas”, indicó Francis Ricciardone, ex embajador de EEUU en Ankara.
Turquía se mostró furiosa por el hecho de que aviones estadounidenses arrojaran armas a un grupo kurdo que Turquía considera como una organización terrorista. El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, no ocultó su ira por el envío de estas armas. El presidente de EEUU, Barack Obama, le informó de dicha operación en una conversación telefónica sólo una hora después de que Erdogan dijera a los periodists que nunca permitiría que una iniciativa de este tipo tuviera lugar.
“La crisis siria ha expuesto una serie de verdades desagradables y largamente silenciadas sobre nuestra relación que habían sido dejadas de lado”, dijo Bulent Aliriza, un analista turco del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington. “Hemos tenido este baile en el que Washington y Ankara decían que estaban de acuerdo, pero en realidad no lo estaban”.
Estas tensiones no tienen precedentes y plantean dudas sobre una alianza nacida en otra época, cuando los temores hacia la Unión Soviética llevaron a Turquía bajo el paraguas de la OTAN y extendieron el bloque atlántico hacia Asia.
En el corazón de las diferencias está la transformación sufrida por Turquía bajo el mandato de Erdogan, que llegó al poder en 2002. “Turquía ha crecido y prosperado bajo su mandato pero se ha inclinado hacia un modelo más autoritario e islamista de política”, señaló el Post.
En la actualidad, Erdogan ha dejado claro que no considera al EI como un enemigo o al menos un enemigo más peligroso que el PKK, la organización a la que están afiliada los kurdos sirios de Kobaní, que EEUU ha estado ayudando.
“Hay crecientes dudas sobre si EEUU y Turquía comparten las mismas prioridades o incluso los mismos objetivos”, dijo Aliriza. “Incluso en lo que respecta a definir al adversario resulta que no hay un enemigo común”.
Turquía mantiene una actitud extremadamente hostil hacia la Siria de Bashar al Assad, al que culpa de la inestabilidad en la región y cree que el EI podría servir para prolongar la guerra contra Damasco. También está intentando aprovechar la crisis de Kobani para promover la creación de una zona de exclusión aérea y una zona colchón. Esta política ha llevado a Irán y Rusia a enviar sendas advertencias a Ankara de que no están dispuestos a permitir una injerencia turca en suelo sirio.
Gokhan Bacik, decano de la Universidad Ipek de Ankara, dijo al Post que EEUU y Turquía “se están moviendo en vías paralelas que no convergen”. “De ahora en adelante, existe sólo una relación de necesidad. No hay nada ideológico que los dos países compartan. Turquía ha cambiado”, señaló.