16-03-2025 09:00 PM Tiempo de Jerusalén

Como el rey Abdulá ha llevado al declive a Arabia Saudí

Como el rey Abdulá ha llevado al declive a Arabia Saudí

David Hearst ha manifestado en un artículo publicado por The Huffington Post que la absolución del ex presidente egipcio Hosni Mubarak ha sido saludada por su amigo, el rey de Arabia Saudí.

El autor norteamericano David Hearst ha manifestado en un artículo publicado por The Huffington Post que la absolución del ex presidente egipcio Hosni Mubarak ha sido saludada por su amigo, el rey de Arabia Saudí Abdulá ibn Abdul Aziz. Tal era la ansiedad del rey saudí en relación a Mubarak que él presionó a los militares egipcios para que actuaran de forma más activa en favor del antiguo dictador egipcio, señala Hearst.

Abdulá indicó en varias ocasiones que la ayuda a Egipto estaba vinculada a la liberación de Mubarak. En agosto del pasado año, justo después del golpe militar que derribó al ex presidente egipcio Mohammed Mursi, miembro de la Hermandad Musulmana, Abdulá presionó en favor de Mubarak en un momento en el que Arabia Saudí había ofrecido una ayuda de 10.000 millones de dólares a Egipto. Mubarak fue transferido entonces de su celda de la prisión a un hospital. Más tarde, Arabia Saudí dejó entrever que la liberación de Mubarak allanaría el camino para una conferencia de donantes a Egipto que el rey iba a convocar.

Hearst señala que cuando Abdulá subió al poder hace 13 años quiso ser visto como un reformador. Sin embargo, ahora, cuando la muerte del monarca parece hallarse no muy lejana su legado es el de un reino que se halla entre los regímenes más represivos del mundo: los grupos políticos y de defensa de los derechos humanos están prohibidos, los arrestos arbitrarios y los maltratos de los detenidos son moneda habitual, los niños pueden ser juzgados por crímenes y castigados con la pena de muerte si muestran señales de pubertad, las mujeres carecen de gran número de derechos etc.

“En la esfera doméstica existen señales inequívocas de descontento. El 70% de los súbditos en uno de los países más ricos del mundo carecen de vivienda propia. Los salarios son bajos y las campañas en Internet con el eslogan “el salario no es suficiente” se han extendido en los dos pasados años. Las infraestructuras se están derrumbando como los habitantes de Yeddah pueden comprobar regularmente cuando la ciudad se inunda. Las riquezas del reino no han llegado a la población, señala Hearst.

Es, sin embargo, en su política exterior que el declive del reino bajo Abdulá se ha visto más acentuado. Abdulá heredó un ambiente en el que el reino tenía influencia y su rival histórico en la región, Irán, estaba contenido. Abdulá tenía incluso buenas relaciones con Siria. Cuando la guerra civil libanesa terminó el acuerdo entre las distintas partes fue firmado en la ciudad de Taif. Cuando Hamas y Fatah intentaron reconciliarse por primera vez, ellos lo hicieron en Meca.

En contraste con hoy es claro. Abdulá ha visto como al menos cuatro capitales árabes: Bagdad, Beirut, Damasco y Sanaa están ahora bajo influencia de Irán y algunas de ellas denuncian a Arabia Saudí como uno de los mayores patrocinadores del terrorismo internacional.

Abdulá perdió Iraq cuando apoyó la invasión norteamericana en 2003. Él perdió su influencia en el Líbano con la guerra de 2006 entre Israel y Hezbolá. Y ahora ha perdido la influencia en su patio trasero, Yemen. Dicho simplemente, él ha luchado las guerras equivocadas con los aliados equivocados y ha dejado un vacío en cada una de ellas invitando a los reales enemigos del reino a entrar.

Su actitud contra los gobiernos islamistas nacidos de la así llamada “primavera árabe” le llevó también a perder a Turquía, un aliado vital en su estrategia de contención frente a Irán. Su enfrentamiento con Qatar llevó casi al colapso al Consejo de Cooperación del Golfo, el instrumento clave del poder saudí.

El EI, nacido de la política de apoyo al terrorismo del régimen saudí en Siria e Iraq, amenaza ahora también al reino. Su líder, Abu Bakr al Bagdadi, llamó al rey saudí “el líder de los hipócritas”. “No habrá seguridad ni descanso para los Al Salul”, dijo el líder del EI, utilizando un término despectivo para dirigirse a la familia real saudí.

Los reprimidos shiíes en el volátil este del país reclaman sus derechos. Hubo una indignación general cuando Sheij Nimr al Nimr, que lideró las protestas antigubernamentales en Qatif, fue detenido y condenado por sedición.

Abdulá ha dividido también a su propia familia con el tema de la sucesión. El príncipe heredero Salmán sufre de mala salud y se cree que padece de Alzheimer o algún tipo de demencia. Abdulá ha intentado resolver este tema creando un puesto de “príncipe heredero adjunto” para el príncipe Muqrin bin Abdul Aziz, que con 69 años es el hijo más joven superviviente del rey Abdul Aziz. Sin embargo, Muqrin es visto también como una figura transitoria.

Esto deja a tres pretendientes reales al trono. Está el príncipe Miteb, el propio hijo de Abdulá; Mohammed bin Nayef, el ministro del Interior; y Ahmed bin Abdul Aziz, el más joven hermano sobreviviente del clan Sudairi. Por primera vez en muchas décadas hay una incertidumbre sobre quién será el próximo monarca saudí.

De este modo, Arabia Saudí ha fracasado a la hora de abrir su sistema político y mejorar las condiciones de vida de su pueblo, ha luchado las guerras equivocadas y ha dedicado todas sus energías a tratar de aplastar al único antídoto real al terrorismo takfiri, concluye Hearst.