El martes pasado, Laurent Fabius, ministro de Relaciones Exteriores de Francia, recibió en el Quai d´Orsay, sede del Ministerio de Exteriores francés, al ex presidente israelí Shimon Peres.
El martes pasado, Laurent Fabius, ministro de Relaciones Exteriores de Francia, recibió en el Quai d´Orsay, sede del Ministerio de Exteriores francés, al ex presidente israelí Shimon Peres. En dos ocasiones Fabius, el hombre cercano al lobby sionista francés, dirigió a Peres la siguiente declaración: “Ésta será siempre tu casa”.
¿Por qué el antiguo dirigente de una nación extranjera tiene el derecho a semejante tratamiento de favor? Jamás otro líder del escenario internacional se vio recibido y agasajado de tal forma en el seno del Quai d´Orsay, lugar emblemático donde se supone se elabora la política exterior (supuestamente) independiente de Francia.
Los biógrafos de Peres evocan a menudo los privilegios que le fueron concedidos por la IV República, muy implicada en el apoyo al proyecto sionista: un joven Peres, enviado por el régimen de Tel Aviv, se benefició de un despacho permanente en los locales del Ministerio de Defensa francés.
Peres, el hombre que aproximó a Israel al régimen racista sudafricano del apartheid y con el que colaboró en el campo de la fabricación de armas nucleares, recibió el Premio Nóbel de la paz en 1994. Él fue también el arquitecto del programa nuclear militar del Estado israelí y co-responsable de la Operación Susannah, unos atentados de falsa bandera cometidos por israelíes en el suelo egipcio contra intereses estadounidenses y británicos en 1954 con el objetivo de incriminar a los nacionalistas egipcios.
Peres era también primer ministro cuando Israel lanzó su operación Uvas de la Ira contra el Líbano en 1996. En aquella guerra las fuerzas israelíes bombardearon un complejo de la ONU en la localidad de Qana que estaba repleto de refugiados. Aquel ataque causó la muerte a 106 civiles, incluyendo mujeres y niños, y heridas a otros 116.
El último acto político de Peres consistió en rendir homenaje al ex Gran Rabino Ovadia Yossef, muerto en octubre de 2013 y conocido por su racismo visceral hacia los palestinos y los no judíos en general. Ovadia Yossef dijo en una ocasión que el objetivo de los no judíos en la vida debía ser el de “servir a los judíos”.
“Hace algunas horas fui al hospital a decir adiós a mi profesor, mi rabino, mi amigo Ovadia Yossef. Fue un momento difícil. Mis ojos estaban llenos de lágrimas y mi garganta estaba embargada por la emoción... Cuando besé su cabeza fue como si hubiera besado la grandeza de Israel”, manifestó Peres.
Richard Silverstein, un bloguero judío estadounidense, condenó la celebración unánime de este siniestro personaje por las autoridades israelíes y los líderes internacionales de la comunidad judía.
A los ojos de los seguidores y sus apologistas de Peres, que son particularmente numerosos en Francia, todos los hechos expuestos carecen de importancia y él continúa encarnando el rostro amable del expansionismo sionista en contraposición a la rudeza y grosería de un Netanyahu o la brutalidad de un Sharon.
Durante su estancia, Peres fue objeto de numerosas entrevistas obsequiosas en la cadena pública TF1 y mantuvo encuentros con políticos acompañado de Yossi Gal, embajador de Israel y próximo al racista Avigdor Lieberman, ministro de Exteriores israelí. Cabe destacar los encuentros con el vicealcalde de París Claude Goasguen (UMP – derecha) y con el socialista Patrick Klugman, abogado de la asociación SOS Racisme.