24-11-2024 06:35 PM Tiempo de Jerusalén

Violentos Enfrentamientos en Egipto a una Semana de las Elecciones

Violentos Enfrentamientos en Egipto a una Semana de las Elecciones

Treinta y cinco muertos y más de 700 heridos. Ésta es la cifra provisional de los enfrentamientos del fin de semana en Egipto, según el Ministerio de Sanidad de Egipto.

Treinta y cinco muertos y más de 700 heridos. Ésta es la cifra provisional de los enfrentamientos del fin de semana en Egipto, según el Ministerio de Sanidad de Egipto. En El Cairo, así como en el interior del país, muchos egipcios se han manifestado en señal de protesta en contra de la influencia militar excesiva en los asuntos del país. Estas protestas han sido sofocadas por la policía.

Las autoridades afirman que la policía no abrió fuego contra los manifestantes, pero estos últimos han mostrado casquillos vacíos y granadas de gases lacrimógenos.

“El pueblo quiere la caída del régimen”, gritaban miles de manifestantes antes y después de la carga de los policías, que estuvieron apoyados por soldados, que se habían abstenido de intervenir anteriormente.

Otros lemas iban dirigidos directamente en contra del mariscal Hussein Tantawi, que fue durante veinte años ministro de Defensa de Mubarak y dirige en la actualidad el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA), la institución que ha dirigido Egipto desde el derrocamiento del “rais”.

Éste es un escenario inesperado e inquietante a sólo 9 días de las elecciones parlamentarias, que están consideradas como un paso decisivo en esta revolución y que deberían abrir paso al establecimiento de una Constitución y una nueva república.

Si los organizadores de la marcha querían hacer una demostración de fuerza, han tenido éxito.

Pero las autoridades de la transición, incluido el Ejército, no han querido hacer un ejercicio de contención. El país ha caído así en un enfrentamiento que podría poner en peligro la transición.

Si la paz no regresa rápidamente, el riesgo es grande y se podrían crear las condiciones para una toma de control de la situación por parte del Ejército, convertido en el principal objetivo de los manifestantes desde la semana pasada. La crisis de confianza es evidente, y es al Ejército al que compete dar garantías a la población en cuanto a su disposición a adaptarse al nuevo contexto político.

Sin embargo y en lugar de ello, parece que el Ejército ha querido preservar sus prerrogativas heredadas del antiguo régimen, exigiendo el derecho de administrar sus propios asuntos y su presupuesto. Éste es un tema delicado e importante para Egipto como una potencia regional.

Esto ha tomado la apariencia de chantaje político. El Ejército, el pilar principal del antiguo régimen, sabe que deberá rendir cuentas al pueblo, por lo menos algunos de sus líderes. Esto explica que, de alguna manera, quiera mantener el control sobre el proceso actual con el fin de no sufrir la presión de los jóvenes revolucionarios. Por desgracia, es sospechoso de no ser neutral y continuar el juego que seguía en el antiguo régimen.

Los Hermanos Musulmanes, cuyo Partido de la Libertad y la Justicia se ha convertido en el favorito de las elecciones, condenaron la intervención de las fuerzas de seguridad en El Cairo, aunque se habían retirado previamente de la Plaza Tahrir. “Esto recuerda las prácticas del Departamento del Interior del régimen anterior”, dijeron en un comunicado.

Mohamed ElBaradei y Abdalá al Achaal, posibles candidatos en las próximas elecciones presidenciales, denunciaron la violencia contra los manifestantes y pidieron la formación de un gobierno de salvación nacional, informó la agencia de noticias Mena.

Catherine Ashton, la jefa de Política Exterior de la Unión Europea, ha pedido a las autoridades egipcias que detengan la violencia contra los manifestantes y aseguren una transición pacífica hacia la democracia. Ella expresó su “profunda preocupación” y pidió respeto a los derechos humanos en las operaciones de mantenimiento del orden.

Los acontecimientos de los últimos días demuestran que los egipcios, islamistas o no, no han bajado la guardia y tienen la intención de cuidar su revolución. Por desgracia, el Ejército que debería ser un baluarte contra todas las desviaciones de esta revolución se arriesga a convertirse en un objetivo de los revolucionarios, porque no ha sido capaz de lograr un equilibrio entre sus propios intereses y las aspiraciones del pueblo.

Claramente, la revolución ha quedado en algún lugar.

La solución está en parte está en manos del Ejército, que debería actuar para que la revolución no sea vista como algo incabado.