En un testimonio en una prisión federal, un antiguo operativo de Al Qaida ha denunciado que prominentes miembros de la familia real saudí fueron grandes donantes a la red terrorista.
En un testimonio en una prisión federal, un antiguo operativo de Al Qaida, Zacarias Moussaoui, ha denunciado que prominentes miembros de la familia real saudí fueron grandes donantes a la red terrorista a finales de los años noventa y afirma que él discutió un plan para derribar el avión presidencial de EEUU, al Air Force One, con un misil Stinger con un miembro de la Embajada saudí en Washington, señala un artículo publicado el miércoles en el New York Times.
Moussaoui escribió el pasado año una carta al juez George Daniel del Tribunal del Distrito Sur de Nueva York, que instruye una demanda presentada contra Arabia Saudí por parientes de los muertos en los ataques del 11 de Septiembre.
La Embajada saudí calificó a Moussaoui de “mentalmente inestable”, aunque él fue declarado competente para ser sometido a un juicio, según un dictamen psicológico. Él fue condenado a cadena perpetua en 2006 por su participación en los atentados y su pertenencia a Al Qaida y está recluido en una de las prisiones de mayor seguridad de EEUU, la de Florence, Colorado.
Las declaraciones de Moussaoui se producen en un momento de deterioro de las relaciones entre Washington y Riad tras las rebeliones en varios países árabes en 2011.
El actual rey Salmán recibió cartas de Osama bin Laden
Moussaoui describió un encuentro con el actual rey saudí, Salmán, que entonces era príncipe, y otros miembros de la familia real a los que entregó cartas de Osama bin Laden.
Ha habido durante mucho tiempo evidencias de que saudíes ricos proporcionaron ayuda a Al Qaida y Osama bin Laden, el hijo de un rico magnate saudí de la construcción. Arabia Saudí trabajó estrechamente con EEUU para financiar a terroristas árabes que lucharon contra el Ejército soviético en Afganistán en la década de los ochenta. Al Qaida nació a partir de aquel ejército de yihadistas patrocinado por saudíes y norteamericanos.
El testimonio de Moussaoui ante el juez da detalles sobre el apoyo saudí a Al Qaida en más de 100 páginas de testimonio y ha sido considerado como “completo y coherente” por los abogados de los demandantes, según el Times. “Mi impresión es que él estuvo enfocado en el tema, fue reflexivo y está en su sano juicio”, dijo Sean Carter uno de los abogados de los demandantes.
Moussaoui afirmó que fue encargado por los líderes de Al Qaida en Afganistán para preparar una base de datos de donantes del grupo. Entre ellos estaba el príncipe Turki al Faisal, el entonces jefe del servicio de Inteligencia saudí; el príncipe Bandar bin Sultán, embajador saudí en EEUU y posterior jefe de ese mismo servicio, y el príncipe Walid bin Talal, un prominente multimillonario, así como muchos de los principales clérigos del reino wahabí. “Sheij Osama quería tener un registro de los que daban dinero”, dijo.
Moussaoui señaló que actuó como correo para Bin Laden y llevaba sus mensajes personales a prominentes príncipes y clérigos saudíes y él describió también su entrenamiento en los campos de Al Qaida en Afganistán.
Él narró su encuentro con un responsable de Asuntos Religiosos de la Embajada saudí en Washington cuando éste visitó Kandahar, en Afganistán. “Se suponía que tenía que ir a Washington con él y buscar una localización para disparar un Stinger contra el Air Force One y luego escapar”, añadió. Él fue arrestado antes de llevar a cabo la misión de reconocimiento.
Los ex senadores Bob Graham de Florida y Bob Kerrey de Nebraska y el antiguo secretario de la Marina, John Lehman, han pedido más investigaciones en relación a los vínculos saudíes con el 11-S. Graham, que fue copresidente de la Comisión de Investigación Conjunta del Congreso sobre los ataques, dijo al Times: “Estoy plenamente convencido de que existió un vínculo directo entre algunos de los terroristas que llevaron a cabo los atentados y el gobierno de Arabia Saudí”. Graham ha pedido durante mucho tiempo la publicación de un informe de 28 páginas del Congreso que explora dichas conexiones y que permanece clasificado.