EEUU necesita un acuerdo nuclear para cerrar esta crisis y enfrascarse en una disputa mayor contra sus rivales geoestratégicos, Rusia y China.
Desde la Revolución Islámica en Irán, que derrocó la dictadura del Shah Reza Pahlavi, apoyado por EEUU, en 1979, una constante en la política exterior estadounidense ha sido una implacable hostilidad hacia Irán. Washington apoyó la guerra de Saddam Hussein contra ese país (1980-1988) y en 2003, la Administración Bush preparó planes para la guerra contra él. Desde 2011, EEUU y sus aliados de la Unión Europea han sometido a Irán al régimen de sanciones económicas más duro de la historia.
Sin embargo, la estrategia norteamericana ha cambiado en los últimos años. Tras el fracaso de las guerras de EEUU en Afganistán e Iraq, donde Washington ha sido incapaz de derrotar a las respectivas insurgencias o convencer a los gobiernos de esos países de que se sometan a sus dictados, la opinión pública y el establishment político de EEUU no quieren ver al país arrastrado a nuevos conflictos en Oriente Medio.
Al mismo tiempo, Washington desconfía del ascenso de China en la región de Asia y el Pacífico y el mundo en general. Obama ha aprobado la nueva estrategia del “giro hacia Asia”, que busca oponerse al creciente papel de China en la región, donde EEUU está tratando de construir una nueva alianza anti-Pekín. El ejecutivo pro-estadounidense de Australia y el gobierno de Shinzo Abe en Japón, que está determinado a jugar un papel más agresivo en Asia y busca eliminar la así llamada “cláusula pacifista” en la constitución japonesa, se han convertido en los aliados naturales de EEUU en esta estrategia.
La crisis de Ucrania ha empujado también a EEUU y sus aliados de la OTAN a una confrontación política y estratégica con Rusia. Moscú ha tomado medidas con el fin de reforzar su poder militar, incluyendo el desarrollo de nuevos barcos, aviones y misiles nucleares. También está promoviendo la Unión Euroasiática con algunos estrechos aliados, tales como Bielorrusia, Kazajistán, Armenia y otros estados.
Irán es un actor central en este juego. Además de ser un gran y poblado país, Irán posee las segundas reservas de gas y las terceras de petróleo en el mundo. Su posición geoestratégica es única. El país une Asia Central con Oriente Medio y el Golfo Pérsico y ha construido una sólida alianza con algunos países de la región, incluyendo Siria, Iraq y el Líbano. Millones de musulmanes en el mundo siguen también al Imam Ali Jamenei y a los líderes religiosos iraníes. Sus relaciones con África, Asia y América Latina se están volviendo cada vez más importantes.
Durante más de una década, EEUU, que siempre ha sabido que Irán no tiene intención de construir armas nucleares como numerosas evidencias muestran, ha utilizado dicho tema con el fin de presionar a este último país y obstaculizar su desarrollo tecnológico y económico. Ahora, la situación en el mundo ha cambiado y EEUU está intentando llevar el asunto hacia su perspectiva real. La crisis nuclear con Irán se ha convertido en una carga para Washington porque le impide poner en práctica su estrategia anti-china y anti-rusa y, de este modo, tenía que ser resuelta.
Irán se ha convertido en un baluarte en la lucha contra el terrorismo en Oriente Medio. Teherán apoya a Iraq, Siria y el Líbano contra la agresión terrorista, que está siendo alimentada por Arabia Saudí, Qatar y Turquía. EEUU y sus aliados europeos han apoyado durante años el esfuerzo de estos países para utilizar a terroristas como sus instrumentos en la región contra los gobiernos amigos de Irán, pero ahora ellos temen la creciente amenaza de estos grupos, que están determinados a atacar también a las naciones occidentales. Algunos gobiernos y medios occidentales están cambiando su posición hacia Irán y Siria y comenzando a abogar por una cooperación con dichos países en esta lucha.
Al mismo tiempo, las compañías norteamericanas están ansiosas por entrar en el mercado iraní. Ellas ven a Irán como un nuevo El Dorado, donde pueden lograr enormes beneficios. Hasta ahora, las compañías rusas y chinas, y en menor medida europeas, están mucho mejor posicionadas para aprovecharse del levantamiento de las sanciones a Irán. Las empresas estadounidenses están tratando de cambiar esa situación y regresar a Irán, pero necesitan que Washington elimine las sanciones unilaterales con el fin de lograr este objetivo.
La influencia israelí y la presión del lobby sionista sobre el Congreso se han convertido en un obstáculo principal para la implementación de esta nueva estrategia. Ellos tienen una gran influencia sobre la política exterior norteamericana, pero esta vez sus intereses chocan con los de una parte importante del establishment político y militar y con los de las grandes corporaciones estadounidenses. Esto podría hacerles perder su batalla contra el acuerdo sobre Irán. En un abierto desafío al lobby sionista, los medios corporativos, tales como el New York Times o el Washington Post, han mostrado su apoyo al acuerdo nuclear y dicen abiertamente que una acomodación con Irán reforzaría la mano de EEUU contra sus más importantes y formidables rivales geo-estratégicos: Rusia y China.
Un reciente artículo en el New York Times, escrito por Michael Godeon y David Sanger, ambos autores con estrechos vínculos con el establishment militar y de inteligencia de EEUU, mostró un apoyo al acuerdo nuclear. Los autores señalaron que un entendimiento con Irán reforzaría la posición mundial de EEUU frente a Rusia y China en múltiples formas.
China es ahora el mayor socio económico de Irán y el más importante inversor. Rusia ha sido durante mucho tiempo su principal suministrador de armas. Sin embargo, esta asociación sufrió un revés en 2010 cuando Moscú se negó a implementar un contrato de suministro de misiles tierra-aire S-300 a Irán citando las sanciones de la ONU. Washington espera que un acuerdo nuclear y la necesidad de cooperar contra el terrorismo le permitirán competir por la influencia geopolítica y económica en Irán con el objetivo de neutralizar la influencia rusa y china en este país.
EEUU todavía necesita a Rusia y China como mediadores en sus comunicaciones con Teherán , pero está convirtiéndose en algo cada vez más problemático para Washington el depender de Moscú y Pekín en este esfuerzo en un momento en el que las relaciones están empeorando.
La respuesta de Rusia y China
No hay duda de que China y Rusia comprenden este peligro y han tomado medidas para mantener su influencia en Irán.
En enero, durante una vista del ministro de Defensa ruso, Serguei Shoigu, a Teherán, los dos lados firmaron un nuevo acuerdo de cooperación. En una conferencia de prensa donde explicó el mismo, el ministro de Defensa de Irán, Hossein Dehqan, dijo que su país y Rusia “comparten un análisis de la estrategia global de EEUU y su injerencia en los asuntos regionales e internacionales” y ellos pusieron asimismo de relieve la necesidad de cooperar en la lucha contra el terrorismo”.
Algunas horas después del anuncio del acuerdo de Lausana, Igor Korotchenko, que encabeza el think tank Centro de Análisis del Comercio Global de Armas de Moscú, dijo a Sputnik que “el levantamiento de sanciones a Irán, incluyendo el embargo de armas, sería lo más absolutamente lógico”. “De gran importancia para nosotros es la entrega de misiles actualizados S-300 a Irán.. Un contrato en este sentido podría ser renovado en términos aceptables para Moscú y Teherán”, añadió.
Rusia señala que está también dispuesta a vender automóviles, aviones y barcos a Irán después de la eliminación de las sanciones contra la República Islámica. “Estamos interesados en los suministros a este país. Esto incluye los automóviles, aviones, construcción de barcos y otras industrias”, dijo el ministro de Industria y Comercio Denis Manturov en la ciudad de Javarovsk, en el este de Rusia, señala Interfax. “Estamos preparados para trabajar juntos para incrementar la cooperación y los proyectos conjuntos”, señaló.
Por su parte, el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, visitó Teherán en febrero con el fin de incrementar los vínculos políticos y económicos entre los dos países. Las importaciones chinas de petróleo de Irán se incrementaron en casi un 30% el pasado año y Wang dijo que “existe todavía un enorme espacio para la cooperación en el terreno de la energía y los parques industriales de acuerdo con las necesidades de desarrollo de Irán y las capacidades de China”, dijo el ministro citado por la agencia Reuters.
Wang visitará Moscú en abril y los dos países analizarán la situación creada después del logro del acuerdo con Irán y las medidas dirigidas a impedir que EEUU incremente su influencia en Eurasia.
Rusia y China pueden ahora abrir la puerta a la adhesión de Irán a la Organización de Cooperación de Shanghai. Esta gran organización busca garantizar la estabilidad, promover la unidad de Eurasia y contrarrestar la influencia norteamericana en este gran espacio.