Las leyes de la economía mundial deben ser escritas por EEUU y no por China, declaró el presidente de EEUU, Barack Obama.

Las leyes de la economía mundial deben ser escritas por EEUU y no por China, declaró el presidente de EEUU, Barack Obama.

“Teniendo en cuenta que el 95% de nuestros consumidores potenciales residen fuera de nuestras fronteras, debemos ser nosotros, y no países como China, los que escribamos las reglas de la economía mundial”, dijo Obama en un mensaje al Congreso.

Según el número uno de EEUU, las exportaciones norteamericanas sostienen en la actualidad 11 millones de empleos y las empresas exportadoras pagan salarios más elevados que las otras a sus empleados.

El Congreso examina en la actualidad un proyecto de ley que confiere a Obama poderes suplementarios para negociar acuerdos de libre comercio con la Unión Europea y once países de la región de Asia y el Pacífico.

La Casa Blanca espera utilizar estos poderes para suprimir las barreras comerciales con los países del Pacífico, que representan el 40% de la economía mundial y un tercio del comercio internacional.

Cabe mencionar aquí el Acuerdo Transpacífico de Libre Comercio, uno de los principales puntos en la agenda exterior de Obama. El acuerdo incluye una abolición casi completa de los aranceles aduaneros entre los estados miembros. Inicialmente el acuerdo incluía a EEUU, Chile, Nueva Zelanda, Brunei y Singapur, pero ahora otros países como Australia, Japón y México podrían unirse al mismo.

Algunos observadores en Chile y México han advertido, sin embargo, que los acuerdos de libre comercio siempre benefician a las grandes potencias a expensas de los países más pequeños, que ven dañada su industria incapaz de competir en su propio territorio con la producción de los países más fuertes económicamente.

Varios analistas norteamericanos señalan que los acuerdos de libre comercio permitirían a EEUU establecer nuevas reglas en el campo del comercio internacional, destinadas a “evitar los errores cometidos en el pasado, aprovechar las nuevas oportunidades y mantener nuestros valores”.

Sin embargo, China está siempre en medida de obstaculizar la realización de estos proyectos norteamericanos. Pekín es uno de los principales acreedores de Washington y está irritada por los intentos de EEUU de dominar la región de Asia y el Pacífico. Ella rechaza la política de injerencia en otros países, así como la idea estadounidense de mantener un mundo unipolar dirigido por Washington. Esto ha llevado a Pekín a aumentar su presupuesto de defensa con vistas a reducir la ventaja norteamericana en términos militares.