La ciudad siria de Raqqa, tomada por el EI, está prácticamente cerrada al mundo exterior y vive según sus propias leyes, que se distinguen claramente de las que están en vigor en el resto del país.
La ciudad siria de Raqqa, tomada por el EI en Marzo de 2013, está prácticamente cerrada al mundo exterior y vive según sus propias leyes, que se distinguen claramente de las que están en vigor en el resto del país. Los extremistas han proclamado a esta ciudad capital de su “califato”. Miles de mercenarios, que atacan de vez en cuando las provincias vecinas, tienen su base en este lugar. Y las condiciones de vida para los civiles allí se han convertido en insoportables.
Uno de los habitantes aceptó hablar a un corresponsal de RIA Novosti, bajo la condición del anonimato y bajo el nombre simulado de Omar.
Una ciudad cerrada
Según Omar, es muy difícil para los habitantes salir de la ciudad. “Yo recibí una prescripción médica para ir a nuestro hospital local donde la comisión que pertenece al EI me dio un certificado sobre mi estado de salud, que afirmaba que no podía recibir tratamiento en Raqqa. A continuación, fui a un establecimiento que entrega documentos para abandonar la ciudad. Yo fui autorizado a hacerlo por razones médicas”, explica.
Omar señaló que los hombres menores de 35 años reciben muy raramente una autorización para abandonar Raqqa. Y cuando una mujer desea hacerlo debe estar acompañada por su marido, su padre o su hermano.
Puestos de control del EI están desplegados alrededor de Raqqa. El primero de ellos se encuentra en la salida de la ciudad. Los militantes detienen los vehículos y toman los pasaportes de aquellos que salen. “Partís a uniros a los infieles”, dicen a los pasajeros.
Las reglas del EI
Omar recuerda que después de la llegada del EI a la ciudad la vida cambió rápidamente. En los primeros días, los extremistas destruyeron todos los santuarios y monumentos y ejecutaron a todos los habitantes que se negaron a someterse a su dominio. Ellos cerraron todos los establecimientos de enseñanza y anunciaron la creación de su propio sistema de educación basado en interpretaciones extremistas de la religión.
“El grupo ha establecido su propio sistema fiscal: además de los impuestos en especie, trigo y algodón, los emisarios del EI recogen también dinero afirmando que se trata de “donaciones por la causa de Dios”.
Antes de la llegada de los militantes del EI a Raqqa la medicina era gratuita como en otras partes de Siria. El Ministerio de Sanidad aprovisionaba al hospital local con todos los medicamentos necesarios por medio de la Cruz Roja”, señala Omar.
Pero el EI ha impuesto sus propias reglas y ahora la atención médica cuesta 200 libras sirias y los medicamentos son muy caros.
Violación de los derechos humanos
Evidentemente, los derechos humanos no existen en este “califato”. Los extremistas han impuesto el burqa, que debe ser además de color negro. Algunas mujeres se la ciudad se han convertido en esclavas sexuales de los militantes del EI.
Según Omar, las mujeres esclavas son supervisadas por un británico, antiguo cantante de rock.
Raqqa espera ser liberada
Omar afirma que la mayor parte de los habitantes de Raqqa no aprecian evidentemente las reglas impuestas por el EI. Ellos esperan ser salvados y cuentan con la futura llegada del Ejército sirio y el retorno de la vida normal. Algunos miembros de las tribus locales que eran inicialmente favorables al EI han comprendido su error.
El gobierno sirio no ha abandonado a los habitantes de la ciudad. Como ha sido ya mencionado, los medicamentos logran entrar en la ciudad. Además, por orden del gobierno, todos los funcionarios del país reciben su salario mensual con independencia de la zona donde se encuentren.
Sputnik