Residentes saudíes en la localidad de Al Qadih han reaccionado con indignación ante la falta de protección que llevó al atentado de la mezquita.
Los residentes de la ciudad de Al Qadih en el reino saudí, donde tuvo lugar el último atentado contra una mezquita shií, expresaron el domingo su indignación por la falta de atención del gobierno saudí hacia su seguridad.
Los residentes explicaron a los periodistas que las fuerzas de seguridad habían dejado desprotegidas a sus comunidades.
“El gobierno debería proteger a la población y, si no lo hace, esto es su culpa”, dijo Nassima Assada, una residente en la ciudad de Qatif, cercana a la localidad donde se produjo el atentado.
Algunos criticaron al gobierno saudí por desplegar a miles de miembros de las fuerzas de seguridad en toda la provincia después del ataque con bomba, señalando que el despliegue debería haber tenido lugar antes.
El sábado, el gobierno saudí identificó al hombre que llevó a cabo el atentado como Abdulrahman Salih al Guishaami, un ciudadano saudí.
Según el Ministerio del Interior, “él era buscado por los servicios de seguridad por pertenecer a una célula terrorista que recibía instrucciones del EI”.
El atentado contra la mezquita del Imam Ali de Al Qadih, en la Provincia del Este, causó la muerte a 23 fieles e hirió a varias decenas más durante las oraciones del viernes.
El EI publicó una declaración en Internet el viernes en la que reivindicó el atentado suicida contra la citada mezquita.
Los ciudadanos shiíes de la Provincia del Este han sufrido históricamente una discriminación por parte de las autoridades saudíes, que han reprimido sus protestas en favor de más derechos y de una apertura democrática.