La guerra de agresión saudí contra el pueblo yemení ha entrado en una nueva fase llamada “la profundidad estratégica de Arabia”.
La guerra de agresión saudí contra el pueblo yemení ha entrado en una nueva fase llamada “la profundidad estratégica de Arabia”. El lanzamiento de un misil Scud contra la base aérea saudí de Jamis Mushayt, ha impuesto “un antes y un después” en la situación que Arabia Saudí no puede ignorar.
Resulta claro que las fuerzas de Ansarulá y el Ejército yemení practican una política de escalada progresiva fundada en la noción de “paciencia estratégica”. En efecto, la decisión de utilizar misiles Scud se produjo sólo dos meses y medio después del inicio de la guerra y también después del anuncio del mando saudí de que había “destruido” los misiles del Ejército yemení.
Se trata de una situación peligrosa para Arabia Saudí dado que las fuerzas armadas yemeníes poseen cientos de misiles Scud.
La pregunta es, ¿cuáles son los mensajes que conlleva el lanzamiento de un misil Scud contra las fuerzas saudíes? ¿Cuáles son las repercusiones de la posesión por parte de los yemeníes de un arma disuasoria?
No hay duda de que el bombardeo de la base aérea de Jalid ben Abdul Aziz, una de las más importantes del sur de Arabia Saudí y situada en Jamis Mushait, impone de hecho un nuevo equilibrio del terror.
En primer lugar, el ataque contra la base de Jamis Mishait prueba el fracaso de la agresión saudí contra Yemen al desmentir las alegaciones saudíes, anunciadas por el portavoz de la coalición, el general de brigada Ahmad Aisir, según las cuales, todo el arsenal de misiles del Ejército yemení había sido destruido.
El silencio de las autoridades y los medios saudíes a este respecto es muy significativo. Sólo cuando un vídeo de Ansarulá con las imágenes del lanzamiento del Scud fue difundido en Internet, las autoridades saudíes reaccionaron afirmando que el misil había sido “interceptado” por un misil Patriot.
En segundo lugar, aunque las fuerzas del movimiento Ansarulá y el Ejército yemení hayan optado por adoptar la estrategia de autocontrol sobre el terreno parece que dicha estrategia de paciencia tiene sus límites. En efecto, según las fuerzas yemeníes, el movimiento ha enviado una carta a la parte rusa en la que le pone en guardia de que la paciencia del pueblo yemení se está agotando y que éste está impaciente por responder. Por su parte, los dirigentes rusos pidieron al movimiento que espere a las negociaciones políticas.
En tercer lugar, si las fuerzas de los comités populares han atacado una base militar aérea en Arabia Saudí ellas pueden atacar mañana instalaciones petrolíferas y energéticas en el caso de que la agresión prosiga. Dicho de otro modo, la dominación militar de las fuerzas de Ansarulá será clara en toda etapa futura y esto tendrá un efecto en el transcurso de las negociaciones de Ginebra.
En cuarto lugar, Arabia Saudí no puede ya ignorar que el mencionado recurso a los misiles Scud por parte de las fuerzas yemeníes y de Ansarulá ha sido el primero pero no será el último. Fuentes del Golfo han informado que imágenes de satélite mostraron el pasado mes de enero el despliegue de misiles Scud en el norte del país, cerca de la frontera saudí y añaden que Yemen tiene unos 300 misiles de este tipo y otros de varios tipos diferentes.
En quinto lugar, desde el inicio de la agresión, Arabia Saudí intenta preservar su frente interior de las repercusiones de la guerra y se ha beneficiado en este sentido de la voluntad de Ansarulá de limitar su respuesta a las instalaciones militares que se hallan en la frontera. Sin embargo, la utilización por los yemeníes de misiles tierra-tierra capaces de causar daños devastadores en las estructuras militares y civiles significa que el frente interior saudí formará parte desde ahora de la guerra.
En sexto lugar, las fuerzas de Ansarulá querían mediante los Scud obligar a Arabia Saudí a detener su agresión contra Yemen, pero también buscaban imponer una nueva realidad en el sentido de que esta última se vea obligada a aceptar que las negociaciones de Ginebra tendrán lugar sólo entre los grupos yemeníes y sin condiciones. Arabia Saudí ha reaccionado con una gran irritación cometiendo masacres de la manera más brutal y provocando 45 mártires algunas horas después del lanzamiento del Scud.