Recep Tayyip Erdogan no ha vacilado en convertir Turquía en sustituto de Arabia Saudita a la cabeza del terrorismo internacional.
En julio de 2012, cuando el Eje de la Resistencia respondía al asesinato de los miembros del Consejo Nacional de Seguridad sirio con la realización de un atentado contra el príncipe saudí Bandar ben Sultan, Recep Tayyip Erdogan no vacila en convertir Turquía en sustituto de Arabia Saudita a la cabeza del terrorismo internacional.
En 2 años, más de 200 000 mercenarios provenientes del mundo entero transitan por Turquía para participar en la yihad contra Siria. El MIT –los servicios secretos turcos– instaura todo un sistema de tráfico de armas y de dinero para alimentar la guerra en Siria, financiada principalmente por Qatar y supervisada por la CIA.
Desde su puesto de primer ministro, Erdogan instaló en Turquía 3 campos de entrenamiento de Al Qaida, en Sanliurfa (cerca de la frontera siria), en Osmaniye (al lado de la base de la OTAN en Incirlik) y en Karaman (cerca de Estambul), donde organiza una academia de terrorismo según el modelo de la tristemente célebre Escuela de las Américas.
La policía y la justicia turcas han demostrado que, al igual que el ex vicepresidente estadounidense Dick Cheney, el señor Erdogan es amigo personal de Yasin al Qadi, conocido como «el banquero de al-Qaeda». Al menos así habían lo identificado el FBI y la ONU antes de octubre de 2012, cuando su nombre fue retirado de la lista internacional de terroristas. Mientras la justicia lo buscaba por el mundo, Yasin al Qadi viajaba secretamente a Ankara en avión privado. Allí, la escolta personal de Erdogan lo recogía en el aeropuerto… después de haber desactivado las cámaras de seguridad.
El 18 de marzo de 2014, en una grabación divulgada a través de YouTube se oía a Mehmet Karatas, director de Turkish Airlines, quejándose a un consejero de Erdogan, Mustafa Varank, de que esa línea aérea estaba siendo utilizada en secreto por el gobierno para enviar armas a Boko Haram en Nigeria. Lo que preocupaba aquel alto funcionario no era haber violado el derecho internacional sino que esas armas podían ser utilizadas para matar no sólo cristianos sino también musulmanes.
En mayo de 2014, los servicios secretos turcos enviaban a EI (Daesh) –por tren especial– grandes cantidades de armamento pesado y camionetas Toyota nuevas, regalo de Arabia Saudita. El Emirato Islámico, que en aquel momento era sólo un grupúsculo de unos cuantos cientos de combatientes, se transformaría en un mes en un ejército de decenas de miles de combatientes e invadiría Iraq.
Durante los 4 últimos meses de 2014, Turquía impidió a los kurdos del PKK acudir en ayuda de los kurdos de Kobane (Ain al Arab) cuando el Emirato Islámico atacó esa ciudad siria al borde de la frontera turca. Pero numerosos periodistas pudieron comprobar que los yihadistas sí podían pasar libremente la frontera.
El 19 de enero de 2015, la gendarmería turca interceptó, a solicitud de la fiscalía, un convoy que transportaba armas destinadas al Emirato Islámico. Pero el registro de los vehículos fue interrumpido cuando se descubrió que quienes estaban al mando del convoy eran agentes del MIT (los servicios secretos turcos). Los funcionarios de la justicia turca y el coronel de la gendarmería que habían interceptado el convoy fueron después arrestados por «traición» (sic). Durante la instrucción del caso, un magistrado reveló que el MIT había enviado en total 2 000 camiones repletos de armas al Emirato Islámico.
La columna vertebral del sistema terrorista turco es fácil de identificar: en 2007, la Academia Militar de West Point demostró que los hombres del entonces llamado Emirato Islámico en Iraq provenían de Al Qaida en Libia (GICL). Esos mismos mercenarios fueron utilizados, en 2011, en el derrocamiento de Muammar el Gadafi. Y también fueron utilizados más tarde para formar el «Ejército Sirio Libre», o sea la oposición supuestamente siria y también supuestamente moderada. Los miembros sirios del Emirato Islámico en Iraq crearon Al Qaida en Siria (el Frente al Nusra). Posteriormente, numerosos combatientes libios y sirios de Al Nusra volvieron al Emirato Islámico en Irak, cuando este último pasó a llamarse «Daesh» y envió cuadros de mando a Boko Haram, en Nigeria.
La implicación pública de Turquía en el conflicto sirio
Turquía ha sacado gran provecho de la guerra contra Siria. En primer lugar, organizando el saqueo de los tesoros arqueológicos sirios. En Antioquía incluso se creó un mercado público para que los coleccionistas del mundo entero pudieran comprar las piezas ya robadas o hacer pedidos de otras para que fuesen robadas. Turquía también se benefició organizando el saqueo industrial de Alepo, la capital económica de Siria. La Cámara de Industria y Comercio de Alepo ha mostrado como las fábricas han sido sistemáticamente desmontadas y toda la maquinaria enviada a Turquía, bajo la mirada vigilante del MIT. Cuando los sirios recurrieron a la justicia, sus abogados en Turquía fueron arrestados por la administración Erdogan y todavía están en la cárcel.
El ejército turco se limitó por largo tiempo al envío de fuerzas especiales a Siria, varios soldados turcos incluso han sido hechos prisioneros por el Ejército Árabe Sirio. Pero en septiembre de 2013, el ejército turco coordinó el ataque contra Maalula, una pequeña localidad siria sin interés estratégico pero que es el lugar de culto cristiano más antiguo del mundo. Además, en marzo de 2014, el ejército turco entró en Siria para escoltar a los yihadistas del Frente al-Nusra (Al Qaida) y del “Ejército del Islam” (pro-saudí) hasta la localidad siria de Kassab con la misión de masacrar a la población armenia, cuyos abuelos llegaron a Siria huyendo del genocidio armenio perpetrado por los otomanos. Naturalmente, Francia y Estados Unidos se opusieron a la condena de esa agresión en el Consejo de Seguridad de la ONU. Desde entonces, el ejército turco ha penetrado nuevamente varias veces en territorio sirio, pero sin entrar en combate.
El peso de los crímenes de Recep Tayyip Erdogan
Los crímenes de la administración Erdogan han sido ampliamente mencionados en la prensa turca, haciendo perder así al presidente turco el respaldo que pudiese haber tenido entre la población aleví (cercana a los alauitas) y la población kurda de Turquía. Los alevíes apoyan masivamente al CHP y los kurdos al HPD. Pero eso no bastaba para provocar la caída del nuevo sultán.
El error más importante es el del 1º de diciembre de 2014. Ese día, el presidente Erdogan firmó un gigantesco acuerdo económico con el presidente ruso Vladimir Putin, a quien ve erróneamente como un zar y, por consiguiente, como un modelo a seguir. También es posible que Erdogan tema que Estados Unidos se vuelva contra él cuando caiga Siria, como le sucedió anteriormente a Sadam Husein cuando cumplió su misión de debilitar a Irán. En todo caso, al tratar de jugar simultáneamente en dos direcciones –este y oeste– el presidente turco ha perdido el respaldo que la CIA le había garantizado constantemente desde 1998.
El AKP y la Hermandad Musulmana
A pesar de tener una historia diferente, la formación Milli Gorus siempre mostró interés por la Hermandad Musulmana egipcia, llegando incluso a traducir las obras de Hassan el-Banna y Said Qotb.
El acercamiento oficial del AKP a la Hermandad Musulmana tuvo lugar durante la agresión israelí de 2008-2009 contra la franja de Gaza, que llevó el gobierno de Erdogan a apoyar y participar en el proyecto conocido como Flotilla de la Libertad, organizado por la Hermandad Musulmana, bajo una fachada humanitaria y bajo el ojo vigilante de la CIA.
Desde los primeros días de la llamada «primavera árabe», el AKP apoyó a Rached Ghannouchi en Túnez, a Mahmud Yibril en Libia y a Mohamed Mursi en Egipto. El AKP incluso puso especialistas en comunicación política a la disposición de la Hermandad Musulmana para imponer su visión común del islam en las sociedades de esos países.
Ilustración de esta alianza, en septiembre de 2011, el primer ministro Erdogan facilita la creación en Estambul del Consejo Nacional Sirio, llamado a convertirse en gobierno sirio en el exilio, instancia totalmente bajo control de la Hermandad Musulmana.
En 2012, el primer ministro Erdogan acoge en el congreso del AKP a los líderes de la Hermandad Musulmana que habían logrado llegar al poder: el egipcio Mohamed Mursi y el palestino Jalid Meschal. También organiza, el 10 de julio de 2013, una conferencia de los miembros de la Hermandad Musulmana, con la participación de Yussef Nada, Mohammad Riyad al-Shafaka (el guía la Hermandad Musulmana en Siria) y de Rached Ghannouchi. Por precaución, las invitaciones no provienen del AKP sino de los amigos de Erdogan en Milli Gorus.
En septiembre de 2014, cuando Qatar evita una guerra con Arabia Saudita invitando los miembros de la Hermandad Musulmana a salir del emirato, Erdogan vuelve a convertirse en el único padrino de la cofradía en el plano internacional.
El porvenir de Turquía
Si Recep Tayyip Erdogan ha sido catalogado como neo-otomano, ha sido únicamente por facilidad porque su proyecto nunca fue reconstruir el Imperio Otomano sino crear uno nuevo, con reglas que él mismo pretendía crear. Y creyó que para ello podía utilizar alternativamente el sueño del Califato (primero con Hizb ut-Tahrir más tarde con el Emirato Islámico) o el del panturquismo (“El valle de los lobos”).
Es es también erróneamente que se describe a Erdogan como un político autoritario. En realidad, siempre se ha comportado como un jefe de banda, y la palabra que se utiliza para describir ese tipo de persona no es “autoritario”. Cuando se ha visto sorprendido con las manos en la masa, siempre ha reaccionado negando las pruebas y destituyendo o arrestando a los policías y magistrados que aplicaban la ley.
Aunque Recep Tayyip Erdogan lograse sobornar al MHP, o al menos a 18 de sus diputados, para formar una coalición gubernamental, su partido no estará mucho tiempo en el poder.
Para estar seguro de no tener que seguir enfrentando al AKP, EEUU podría favorecer su división estimulando a los discípulos de Fetullah Gülen y los partidarios del difunto presidente Turgut Ozal para que formen su propio partido.
El gobierno sucesor del AKP tendrá que liberar rápidamente a los presos políticos, enviar a los líderes corruptos del partido a los tribunales y abrogar después diversas leyes para contentar a la opinión pública. También tendrá que poner fin a la implicación de Turquía en la guerra de agresión contra Siria, pero también facilitaría a la CIA el traslado de los yihadistas que hoy operan en Irak y en Siria hacia otro destino. Y gozará del respaldo financiero de Estados Unidos en cuanto cuestione el tratado que el presidente Erdogan firmó con el presidente Putin.
La caída del AKP debería provocar un repliegue de la Hermandad Musulmana hacia Qatar, el único que seguiría apadrinándola. También debería aclarar el horizonte en Túnez y Libia y favorecer la paz en Siria y Egipto.
Thierry Meyssan - Red Voltaire