Hace unos pocos días, los grupos terroristas en Siria, liderados por Al Qaida, afirmaron que iban a lanzar la operación “Tormenta del Sur” con el fin de comenzar el proceso de ataque a Damasco.
Hace unos pocos días, los grupos terroristas en Siria, liderados por Al Qaida, es decir el Frente al Nusra, afirmaron que iban a lanzar la operación “Tormenta del Sur” con el fin de comenzar el proceso de ataque a Damasco, la capital siria. Su optimismo procedía de diversos factores incluyendo la ayuda del régimen jordano, que ha permitido el paso de miles de militantes y armas a través de su frontera hacia el Sur de Siria.
Los escenarios principales del ataque eran las provincias Suweida y Deraa. De este modo, los terroristas planeaban tomar en especial la ciudad de Deraa y la base aérea de Thalet, en la provincia de Suweida, intentando realizar un rápido avance.
El resultado, sin embargo, fue un desastre sin precedentes para los grupos armados. En primer lugar, ellos fracasaron en lograr sus objetivos después de ataques repetidos tanto en Thalet como en Deraa. Los repetidos ataques fueron rechazados tras fuertes combates por el Ejército sirio apoyado por las Fuerzas de Defensa Nacional.
Cabe señalar que la fuerza aérea siria jugó un papel importante bombardeando con precisión las posiciones y concentraciones de los terroristas. En una espectacular operación, la aviación destruyó con misiles una sala de operaciones, responsable de la dirección de la “Tormenta del Sur”, en un momento en que se hallaban reunidos allí varios dirigentes del Frente al Nusra y otros grupos. El resultado fue la muerte de cinco altos dirigentes, la mayoría del Frente al Nusra, y de varias decenas más de comandantes. Esta operación fue, sin duda, uno de los mejores éxitos de la Inteligencia siria durante esta guerra y ha sembrado el desconcierto entre los grupos armados, algunos de los cuales han decidido retirarse de la operación.
En segundo lugar, el número de bajas sufridas por los terroristas durante estos ataques contra la base aérea de Thalet y Deraa ha sido de aproximadamente un millar. La potencia del fuego de la artillería, la aviación y las armas de corto y medio alcance diezmaron las filas de los militantes, que dejaron un gran número de muertos sobre el terreno. Como es habitual, Israel y el régimen jordano acudieron rápidamente en socorro de los heridos llevándolos a sus hospitales y poniendo así una vez más de manifiesto la estrecha conexión entre los grupos armados opositores sirios y el peor enemigo de Siria, es decir, el régimen sionista.
Un factor decisivo en la batalla fue la movilización de la población. Los drusos de Suweida, bajo el shock del asesinato de 30 civiles de esta comunidad en un pueblo de Siria por el Frente al Nusra, cuya pertenencia a Al Qaida continúa siendo motivo de embarazo para los regímenes árabes y países occidentales que apoyan a los grupos terroristas en Siria, se movilizaron en apoyo del Ejército sirio. Los mismo sucedió en otras partes de Siria, como Hasaka o Deraa. En este sentido, la movilización popular en Siria, aunque no ha tomado el mismo carácter decisivo que posee en Iraq, donde ha suplido las numerosas carencias del Ejército iraquí, si ha tenido una creciente importancia en los resultados del campo de batalla del Sur de Siria. En este sentido, es de prever que el peso de la movilización popular en todo el país se incrementará.
Otro factor importante que tuvo un reflejo en la batalla del Sur fue el cambio en el escenario político de la región y más en concreto el revés electoral del presidente Recep Tayyip Erdogan en Turquía. En este país, la oposición condena unánimemente la política de Erdogan de apoyo a los grupos terroristas en Siria, una postura compartida por buena parte del Ejército turco, que acaba de desafiar al presidente al negarse a participar en sus planes para la invasión del noreste de Siria. En este sentido, el debilitamiento del régimen de Erdogan llevará a un cambio en la política turca hacia Siria y al fin de sueño “neo-otomano” de aquel y de su primer ministro, Ahmet Davutoglu. Otro tanto cabe decir del régimen títere de Abdulá II de Jordania, creado exclusivamente para la protección de Israel. Los sueños de Jordania de ver incrementado su papel, prácticamente nulo, en la región se han esfumado gracias a las derrotas de los grupos armados en Deraa y Suweida.
El Ejército sirio probó en esta nueva batalla una táctica que resultó muy efectiva, que fue la de “golpear detrás de las líneas enemigas” con bombardeos de precisión contra concentraciones de los militantes y el ya mencionado contra la sala de operaciones cercana a Deraa. No cabe duda de que las armas avanzadas que Rusia e Irán están entregando al Ejército sirio mostrarán pronto efectos en el campo de batalla y permitirán golpear con más precisión las posiciones y salas de mando de los grupos terroristas.
La batalla del Sur tuvo también lugar en un contexto de nuevas victorias del Ejército sirio y Hezbolá en Qalamún, donde ambos llevan a cabo una victoriosa campaña dirigida a la erradicación del Frente al Nusra y el EI en dicha región siria y en las zonas fronterizas libanesas, en especial en Arsal. El EI ha sufrido también duras derrotas en las provincias de Hasaka y Raqqa, donde está la capital de su “califato”. Las fuerzas kurdas han logrado otra victoria en Ain al Arab (Kabani), han cortado la ruta de suministros del EI desde Turquía y se hallan en la actualidad cerca de Raqqa. Es de prever que el EI va a sufrir más reveses militares en las próximas semanas y meses habida cuenta sus limitados recursos para hacer frente a dos campañas continuadas en Siria e Iraq.
En este sentido, la victoria del Ejército sirio en el Sur tendrá una importancia fundamental en el desarrollo de la guerra. El fracaso de los grupos armados significa que el proyecto dirigido a entregar a Siria al control de unos bárbaros criminales y de sus patrocinadores, principalmente EEUU, Turquía, Qatar y Arabia Saudí, está ahora sepultado entre los escombros de la sala de operaciones de Deraa, junto a los cadáveres de los dirigentes terroristas.